
La disyuntiva de la mujer en materia laboral siempre ha existido en las familias aunque de un tiempo a esta parte la mayoría de los hombres sobre la treintena, han volcado sus preferencias hacia una chica independiente y colaboradora; lo que de alguna forma reafirma las exigencias personales de convertirse en una súper mamá, esposa y profesional. ¿Seremos tan perfectas? ...
Hace algunas décadas atrás, miles de mujeres debían postergar sus sueños de estudiar o crecer intelectualmente, porque era considerado de mal gusto hacerlo y dejar de lado a la familia.
Es decir, si nacías mujer, nacías dueña de casa. Con el tiempo, nos liberamos y comenzamos a hacernos nuestro espacio en el mundo que antes era de los hombres y competimos codo a codo con ellos.
Sin embargo, seguimos sintiendo culpabilidad por dejar a nuestros niños solos; cansancio, porque además hay que llevar la casa; y autoexigencia por tratar de demostrar que profesionalmente somos iguales o mejores que los machos.
Todo esto, en circunstancias que al final de la jornada estamos destruidas y sólo queremos descansar.
Pese a esto, el destino femenino parece que tampoco cambiará mucho, porque los hombres que pasan la generación de los 30 han comenzado a preferir a las mujeres profesionales e independientes para compartir su vida con ellas, aunque admiten que tampoco quieren que todo quede al azar en la casa. ¿No será mucho pedir?