<CENTER><table width="615" height="460" border="10" cellpadding="0" bordercolor="black"><tr><td align="center" valign="middle"><img src="http://oz.irtc.org/ftp/pub/stills/1996-06-30/altrdtme.jpg" width="615" height="460" /></td></tr></table>
[align=center][font=monotype corsiva]DIARIO DE UN MANÍACO-DEPRESIVO (Trastorno Bipolar de la Personalidad)
Despierto preso del tiempo, de la rutina, camino presuroso al mismo sitio cada mañana, en el mismo taxi que espera mi llegada, vestido de formalidad, cuento mis pasos uno a uno, teniendo cuidado de no pisar las rayas del piso, hábito maníaco que adquirí en mi infancia.
Miro los rostros, los saludos automáticos, en el bolsillo derecho las llaves de mi casa, en el otro las del trabajo, la segunda llave al lado de la más pequeña esa es la del portal, aun oscuro el ambiente, una ráfaga de fuego golpea mi rostro invadiéndome de un repentino sudor que se desliza por mi espalda, enciendo las luces, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis pasos y estoy frente a la oficina, las llaves esas las boté en una noche de juego, pero abre bajo la magia de una impresión radiográfica.
Papeles por doquier, el escritorio revuelto, el genial cráneo de pasta me dá la bienvenida y el florero sin flores junto a la brújula de metal, el calendario de los niños Gerber y el posters de Enfermedad de Alzheimer convierten mi pequeño cubículo en un ejemplo del trastorno bipolar de la personalidad que ha sido mi fiel acompañante desde mi llegada a esta ciudad.
Desarmo la vetusta computadora y salgo presuroso con sus partes a enfrentarme con los jóvenes que casi con pánico me observan llegar, los comprendo, hace unos veinte años estaba sentado en esas mismas butacas que ahora me sirven de auditorio. Después de unos minutos la tensión parece disminuir.
Nuevamente uno, dos, tres... sesenta y cuatro pasos, una pequeña escalera de seis escalones y una grande de veintitres, divididos en una de hilera de doce y una de once hasta el segundo piso, tratando siempre de no pisar las rayas, grietas o cualquier otro defecto en el piso.
Tambaleantes los pies, uno, dos, tres y cuatro desde la silla hasta la puerta de la oficina, las uñas en la boca, el sudor en las manos, la inacción es terrible, los dientes chasquean, el peso de los hombros se hace insoportable, me pongo de pie, camino a la hemeroteca, una rampa y una escalera de siete escalones, uno, dos, tres, cuatro... noventa y dos pasos a la puerta, las revistas las he leído todas, la bibliotecaria se sonríe con burla, movimientos involuntarios en la cabeza y espasmos en la cara como si guiñara el ojo izquierdo.
Regreso a la oficina, una, dos, tres, noventa y dos pasos, en las puertas del laboratorio prefiero no entrar, uno, dos, tres, cuatro, cinco, trescientos catorce pasos frente al hospital, veintiocho pasos a la escalera, uno, dos, tres, cuatro, cinco escaleras, uno, dos, tres... veinticuatro escalones, divididos en dos de doce, total ciento veinte escalones subidos ciento veinte bajados son doscientos cuarenta totales. En cada piso de cuarenta y cinco pasos de ida, del centro al este, luego noventa del este al oeste y cuarenta y cinco del oeste al centro, total ciento ochenta pasos por cinco pisos entonces doy novecientos pasos.
Comienza mi suplicio el piso es de granito y cada molde de granito de 30x30 centímetros, tengo que caminar de puntillas para no pisar las separaciones entre molde y molde, nuevas risas burlonas alrededor, los movimientos de la cabeza y el guiño del ojo izquierdo se repiten uno tras otro, el sudor en las manos, contengo el deseo de tener las uñas en la boca.
Termino la faena, veintiocho pasos desde la escalera a la entrada, trescientos catorce pasos hasta la oficina, comienzo a deprimirme, la rutina, los pasos, las grietas, las escaleras, ¡que tristeza!, el tiempo me absorbe, la cara se hace larga, llega la tarde, me cubre la noche, frente a mi apartamento busco mi bolsillo derecho, la tercera llave, la más viejita y rayada es la de la puerta, uno dos, tres... doce pasos frente a mi niña, un beso, un abrazo, al fin soy feliz...
G U E P A R D O[/font][/align]
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Almenos nos sentimos libres y felices cuando llegamos junto al ser que más amamos 
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Apesar de todo hay que pensar en las pequeños grandes detalles de la vida, gracias por la reflexion 
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Siempre te extrañare... =^.^= 
