

(Fragmentos)
...Soy muy nervioso en cuanto a estos aspectos, lo juro, aun sigo pensando en lo correcto e incorrecto respecto a esto, no se que estragos pueda causarme. El día en que decidí poner en practica alguna de mis excéntricas y lunáticas ideas, al tratar de confesar algo que he llevado y llevo dentro de mi hacia una persona, más especifico, una mujer, una bella mujer.
Si, se que he tratado situaciones una tanto trastornadas para mentes normales, pero al fin y al cabo, lo he realizado, aunque lo haya confesado, me siento culpable de ciertos aspectos hacia ella. Posiblemente he sido calido cual una llama o gélido como un témpano de hielo, pero finalmente, reconozco que realmente falle, falle a ella, y hacia ciertas partes ocultas de este corazón acusador y renegado...
...Aun no se por que lo hice, aun no se por que lo hago, al caminar y adentrarme cada vez más a lo oculto, descubrir a fondo tú ser y saciar mis más ardientes instintos con tú místico cuerpo, me provoca dolor y placer a la vez, siento una trastornación inmensa al pensarlo.
De día, recatado y pío escritor, de noche, capitán de mar y cielo, nocturno de sufrimiento, vampiro oculto, corazón de león, príncipe oscuro. Y de aquel que será o existirá solo por un minuto de tú amor y aquel que con siglos de agonía, confesará que por siempre te amará...
... El trayecto fue largo, casi eterno, algo incomodo y nunca logre conciliar el sueño, pensando solo en que podía hacer o decir frente a Vanesa, pasaba interminables horas perdiéndome entre los azules, mirando fijamente lo inmenso del océano sin siquiera parpadear, me estaba volviendo loco, no podía salir siquiera de mi camarote para poder distraer mi atención de todo aquel bullicio que ella había creado dentro de mi, removía cada recuerdo dentro de mi. Por muy bueno o malo que pudiera parecer, siempre eran orientados hacia donde ella se proyectaba, solo pensaba en ella una y otra vez, todo a mi alrededor me recordaba su belleza, la simples y fugaces estrellas me relataban su dulce y atrayente mirar, la fresca y losada brisa marina, me acariciaba como solo su tersa y delicada piel gitana podría llegar ha hacerlo, estremeciendo cada parte, cada poro, cada extremidad de mi cuerpo. La rosa casi marchita, me mostraba su esencia, llena de vida, se confundía con el fuerte y sombrío aroma o perfume que la muerte deja como rastro siniestro a seguir. Era eso, era aquello, era lo otro, cada cosa, cada espacio, cada soplo del viento en mi cara, cada rincón de esta imponente nave, me llevaba cada vez más y más al borde de la desesperación, intente todo por callar las voces dentro de mi mente que cada segundo, cada instante me repetían fuertemente su nombre -Vanesa-, era inaudito, cada palabra que pronunciaban de ella, cada letra de su nombre, osaba profanar mis más profundos rincones y saciar mis más bajos instintos, sentía la necesidad de estar dentro ella, oír cada uno de sus gemidos de desesperación y éxtasis, llenos de hiriente pasión y exquisito deseo, sentir el calido sudor de su bello cuerpo entre mis labios, unir nuestros cuerpos húmedos y tibios, su vientre; mi alimento, su saliva; el agua que sacie mi sed, su aliento; la miel que endulce mi lengua. Ser la nostalgia del viento, la lagrima en la mejilla del niño, la sangre en la mano del asesino, el suspiro oculto del silencio...
... El cuerpo de mi sentimiento se sentía humillado, lacerado, olvidado, -He sufrido más que Cristo- me tintineaba constantemente como un ensordecedor eco que perdía sentido después de haberlo repetido una y otra vez... pues no pretendía ser más la nota que deja escapar el lamento de tú llanto. La piel de mi corazón sangraba tú embriagante veneno, que ahora serviría como bálsamo para mi propio suplicio por tus engaños... pues no pretendía ser más la desgarradora caricia del Nosferatu de tus pasiones e inquietudes. La penumbra de la entintada noche, me envolvía en una enigmática y oculta oscuridad... pues no pretendía ser más la cegadora luz de tú fatal sonrisa. En mi blanda y húmeda espalda se reflejaban los caudales y ríos de las lagrimas de tus místicos ojos, diamantes o tesoros del galeón de tú desamor por mis pasiones, que se han ido tatuando por la aguja del tiempo y el calor de tus desaires... pues no pretendía ser más la miel de tus hirientes labios, oscuros y ensombrecidos por los besos de otros amores. Mi carne finalmente reflejaba la demencia que los celos habían creado dentro de mi ser y que mi alma ocultaba tan insistentemente ante el Leviatán de tú dolor que llevas, alba tras alba detrás de la mascara del placer intimo que cada noche humedecen lentamente tus manos, señoriales a cualquier sentimiento mío que pudieran encarcelar entre sus afilados dedos... pues no pretendían ser más la esencia de tú cuerpo desnudo que regalas entre tus sueños a las extasiadas sabanas que envuelven y a la vez traicionan todos y cada uno de tus exquisitos contornos bañados de mis ilusiones y esperanzas. Mis cansadas manos, seres de oscuridad y luz, durmientes eternos entre los laureles de tus deseos, caricias sobre tú aterciopelada piel de durazno, dolientes de tú dorado y angelical rostro, caminantes que recorren suavemente tus nobles pies, besan tus níveas piernas, observan tú pulcro vientre, humedecen tus virginales senos y devoran tú brillante cabellera... pues no pretendían ser más el cilicio de las cuerdas de mi voz que gritan una y otra vez al viento, el gran amor que te profeso, me es siempre imposible el tratar de olvidarte y sacarte de mi ser, pues si así sucede, vuelvo a recordarte en el mismo rincón de mi soledad; pues el día para mi es rutina, la noche, es simplemente pasar en vela recordando las palabras de tus pensamientos como música que vuelan en torno a mi a cada instante que marcan las agujas de la faz del reloj, pues hablan de mi, yo se que hablan de mi y lo siento imposible de creer, tus labios se abren y tus voz habla de mi, tratando de ocultar eso que llevas dentro y que posiblemente mi desfallecida insistencia ha logrado despertar, ha sido toda una odisea el volver a oírte decir mi nombre en la penumbra de tus claros andares, el poder reflejarme en el espejo liquido de tus pupilas; y, solo por ese motivo, he cruzado inmensos océanos de tiempo y vastas extensiones de olvido...
...Pues en mis ratos de pensamiento y reflexión en compañía de mi soledad, el mar del tiempo irá escribiendo el texto de mi existencia desde el más recóndito lugar que cualquier ser humano, bestia o ente maldito pueda llegar a temer, pues ya que he vivido cosas que aun me atemoriza revelar a mi propia alma. Pues solo por eso, encontrándome yo hablando nuevamente con el silencio, reitere nuevamente a el: yo puedo llegar a ser capas de pasar noches enteras en vela, con tan solo observar como la flama de una vela consume poco a poco su propio cuerpo de candela; repetir una y otra vez alguna palabra, hasta que pierda sentido para mi, pero últimamente no, lo único que he podido realizar durante los grises días y noches eternas es pensar en las pocas palabras que has regalado a mis oídos, repetir tú nombre una y otra vez como un verso que viene a mis labios involuntariamente, soñar siempre con solo el reflejo de tú mirada y pensar ¿por que? ¿Por qué no he podido encontrar el valor para poder decir simplemente todo lo que llevo dentro de mi y que quizás tú jamás llegues a saber si no hasta el día en que mi cuerpo sea parte de aquellos campos sembrados con carne y regados con sangre?, pero, ¿que es el valor?, ¿que es el valor si nunca esta cuando he solicitado de su auxilio?, pero ahora lo entiendo, el valor no es más que algo mental que uno mismo se ha creado para dar justificación a sus acciones, ya sean en beneficio o desgracia de uno mismo o demás entes, y así; me quedare solo, aquí frente al mismo cristal húmedo y cansado ya de ver mi sufrir y mis lagrimas por ti y aun peor, molesto por mi cobardía, así que he decidido nunca más temer, aunque tan solo veo mi reflejo en el espejo y me vuelvo a preguntar, ¿que es el miedo?, ahora surge dentro de mi la cuestión del miedo, ¡si!, confieso que tengo miedo dejar de sentir miedo, pero ¿por que?, el simple hecho de pensar en ti, me lleva a un infinito de preguntas y misterios que ni yo mismo podré resolver aun a costa del silicio mismo, por favor, doncella encantadora, dime que es lo que tengo que hacer para poder llegar a tocar tú corazón, ven, apiádate de aquel que solo vive con el gentil sonido de tú risa, de aquel que respira con cada suspiro que liberas de la prisión de tú indiferencia, de aquel que sueña con poseerte y ser tú dueño, de aquel que regalara a ti sus ardientes caricias como el fuego, tan solo dime que guarde en mi ser cada llama de sol y el sol será tú eterno canto cada día, ordéname ocultar la luna entre los azules de tú pasión y convertiré en plata todas y cada una de sus caricias... y así, el silencio simplemente lanzaba destellos de inquietud por ti, dibujaba noche a noche tú cuerpo en la pared, ¿Qué hacer?, si ahora mi única compañía había traicionado mi confianza y día tras día me atormentaba diciéndome como en su absurda imaginación poseía tú bello cuerpo, se sentía entre tus encarnadas piernas, se perdía dentro de ti y bebía y se embriagaba con el perfume de tú amor, dime, ¿Qué hacer? Si ahora era inútil el llorar, pues mis lágrimas se habían agotado ya, reír era vano, pues solo puedo sollozar, olvidar, imposible, sencillamente imposible, ya que el olvido es ahora mi insoportable compañero en la ruleta de la vida, ahora el será el que me hable nuevamente una y otra vez de ti hasta el cansancio y la fatiga de mi desvanecida atención...