Sacude la Soledad
Es el mal de nuestro tiempo. Es la espina de la incomunicación, metida en el siglo más avanzado y más comunicado.
Soledad… es hueco sin llenar, es pérdida de algo, es isla sin
puentes.
Son ventanas cerradas, abandonos profundos. Es estar mudo, alejado, desprovisto, trunco.
Soledad es todo tapiado, todo en inercia, todo en aislamiento, en tentativa.
Todos los movimientos se te esfuman. Todas las reacciones para actuar se te evaporan. Todas las sensaciones del vivir se te opacan.
Es como empezar a morir en jirones, en indiferencias y en tristezas.
Cuando flota a tu lado la soledad, no sabes más que hundirte en ella y caer de lleno en su vacío.
Te escabulles de la vida y te quejas de soledad.
Tienes miedo de abrir las puertas de tu jaula y que te entren las palomas,
los amigos, el estudio, los intereses, el apostolado.
Tienes miedo de que el hermano se te acerque, que la vida te reclame o que Dios te llame ¡y te pida!
Tienes miedo de sacudir tu soledad y no das ni un solo paso al frente.
Por eso tus rosas pierden su perfume, tus pupilas confunden el paisaje y tu alegría pierde su frescor y su transparencia.
Con una profunda soledad te vas contaminando y vas
destruyendo los puentes
que Dios levantó para que puedas llegar a la barca del que sufre, al esfuerzo del que rema, al alero del que tiene frío y al corazón del que no ve salir el sol.
Acabarás sola, como una piedra a la que nada puede decirle la corriente de las almas y el palpitar del mundo.
Tu soledad es niebla, es humo. No ves necesidades, no oyes lamento, no te sacude la sed de vivir.
La soledad no es física: es de espíritu, de alma. A veces, rodeados de seres sentimos frío, y rodeados de ausentes queridos, sentimos un gran calor.
A veces, el encuentro de dos soledades produce compañía y la presencia de dos que se repelen produce soledad.
A veces, en la intimidad con Dios nos sentimos llenos, y en el tumulto del mundo nos sentimos vacíos.
A veces estás desabrida, te rinde la nostalgia y vives una desesperada soledad que no sabes curar.
Pero quieres saborear sola tus lágrimas.
Que no te recuerden tu deuda de amor con los demás, ni tu deber de caridad para el mundo, ni la gratitud que le debes a Dios por todo lo que puso para acompañarte.
Agrandas tu soledad queriendo olvidarte de ella. Lloras sola en tu almohada nunca junto a un amigo o junto al crucifijo, o haciendo girar el tono de tus recuerdos.
Te aprieta el corazón un mundo donde la gente va en tropel de un lado a otro… porque a veces la soledad es mundo, gente,
superficialidad, aturdimiento, nada.
Solo la verás huir cuando enciendas tu propia luz, modeles tus propias raíces y aprendas la lección y el prodigio del cotidiano vivir.
La soledad más amarga es la de dos esposos en techos distintos.
La soledad más persistente, la del vacío de uno y la ternura de otro, que no saben encontrarse.
La soledad más desesperante, la de las manos que se atraen por su tibieza y se separan por su orgullo. Eso de faltar a las manos el apretón, la calidez… además de soledad es aridez y sequía.
Cuando te sumes en la soledad, todo es inútil. Como un pincel estático, si inspiración, sin deseos, sin ganas, sin nada.
Como un paisaje desolador, desnudo, sin flores, sin hojas, sin nudos, sin pájaros, sin nido.
¡Un pincel que torna oscuros todos los colores del universo!
La soledad te está debilitando valores, bases y columnas. Estás dejando entrar en ti algo anticristiano, antiespiritual y en contra de la fe.
Algunas fisuras debes tener, algunos espacios vacíos, algunas rendijas abiertas, algún resquicio por llenar, cuando se te ha infiltrado tanto desperdicio, tanta inercia y tanta soledad.
La soledad no deprime. Lo que deprime es amurallarse en ella y ausentar a Dios.
Los achaques y las penas no aplastan. Lo que aplasta es nuestra mente, que los agranda hasta que nos caen encima como un manto tupido e impenetrable de soledad.
Las limitaciones no destruyen. Lo que destruye es no querer lidiar con ellas ¡y rendirse en nombre de la soledad!
Sacude la soledad, porque el mundo necesita tus hombros para cruces más pesadas que las tuyas, necesita tus ojos para lágrimas más tristes y más
amargas que las tuyas, necesita tus manos para rezar y socorrer necesidades más imperiosas y más apremiantes que las tuyas.
Necesita tus palabras para que alguien reviva; tus brazos, para que alguien se sostenga, y tu ternura, para que alguien se acuerde de que existe el amor
Decídete a obrar y vivir con alma cristiana. Que la soledad es la filosofía de lo negativo, donde la noche no tiene amanecer, la jaula no tiene llave ¡y la tierra no tiene flores!
La soledad es como el sollozo de la sonrisa, el tabique de la esperanza y el congelamiento de la emoción.
¡Como lesiona el alma la soledad! ¡Como nubla la inteligencia, oprime el corazón y endurece la vida!
No arrastres una soledad que te tiene como muerta, mientras en la tierra todo florece, palpita, canta.
Todo es un impulso y un movimiento.
No te escapes tú misma de la felicidad tantas veces, huyendo como una paloma acorralada y con frío, sin otra salida que la depresión.
¡Sacude la soledad!
Es un hueco hondo que no te deja ver la luz. No te vacíes de alas, que hay sueños para todas las edades. No te alejes de Dios, que nunca falla.
¡Sacude la soledad, mujer... !
Y ama un poco más y un poco mejor.
Más de acuerdo con la vida, más a la capacidad de tu alma, ¡y más a tono con Dios!
Para que puedas decirle:
Señor:
la soledad que yo siento esta noche
no la vayas a tomar como un reproche.
La soledad que yo siento
no es gemido ni es pesar
¡es soledad de mar!
La soledad que yo siento
no me agita, me reposa.
Es una tibia mechita
trepada sobre mi rosa.
Mi soledad, Señor,
no es de dudas ni recelo,
tampoco es falta de amor:
¡es de horizonte y de cielo!
de Zenaida Bacardí de Argamasilla
Podemos estar rodeados de gente y sentirnos solos, podemos estar en soledad y sentir su peso, su aislamiento, su falta de fuerzas, de ganas, de empuje..
Despertadores que suenan y que deseamos que no suenen más porque en su sonido nos dicen que estamos vivos...
Teléfonos que suenan y que no corremos a atender porque no queremos hablar, queremos estar solos...
Personas que se acercan y que preferimos despreciar o alejarnos porque no nos provocan nada, o sus voces son como cintas grabadas, que no entendemos..
Soledad... con ausencias o con presencias...
Solos, huyendo, escapando, dentro de una burbuja que "nos parece" que nos sostiene y nos envuelve...
Como maniquíes con cuerpos pero sin vida, sin hacer, sin decir, sin actuar.. y la vida pasa y pasa...
Y en el camino hay manos extendidas que nos piden ayuda pero no las vemos, hay voces que nos llaman porque nos necesitan pero no las oimos...
Y la vida pasa...
Nos pasa así en esa soledad que tantas veces no queremos dejar, en esa cápsula que creamos porque "las cosas no fueron como deseamos", porque otros hicieron de nosotros lo que somos", porque "es injusto pero es así", es "inmerecido", "no tenia que pasarme a mi"... y así seguimos marginados del mundo, de la vida, de los otros y lo que es más grave aún que creemos estar vivos sin darnos cuenta que vivir es otra cosa...
Vivir es dar gracias porque un nuevo día comienza cada mañana, vivir es saber que somos parte del mundo y que todos tenemos una misión, que la vida es un regalo que debemos valorar...
La soledad es una prisión que construimos nosotros mismos y que tiramos la llave impidiendo que otros puedan rescatarnos.
Tenemos que cortar las rejas, salir del encierro entender que cada día que pasa ya no volverá y que si no dejamos huellas de nada sirve el camino...
La flor tiene sus pétalos para ser más hermosa y nosotros tenemos sueños para hacer de nuestra vida un cielo que nos invite a desplegar las alas y así empezar a volar.
Sacude la Soledad (me llego en mail)
- ficues
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Sacude la Soledad (me llego en mail)
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- Cinnerea
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8)
No importa como haya llegado, esta digno de reflexionarse!
Gracias!
Un beso

Gracias!
Un beso
<center>Una sonrisa es el alimento del alma y un beso es la caricia del corazón.
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