El ático llamó poderosamente la atención de Alma aunque, por lo regular, éste permanecía cerrado. A través de las rendijas de la puerta del ático se alcanzaban a ver algunas cosas: un vestido de novia, sombreros a la usanza del siglo XIX, etc.
Cierta ocasión, Alma y su hermana sigilosamente tomaron la llave del ático y se metieron.
En un rincón del mismo, vieron a una niña cuya edad sería de 9 ó 10 años, toda desaliñada. Tenía una mirada profundamente triste, a punto de llorar. Se quedaron pasmadas, no sabían si era real lo que miraban.
Con voz quebrada, la niña dijo: "ayúdenme". Alma quiso correr a ayudarla pero sintió que algo frío, como unos alambres o una mano exageradamente delgada la detuvo y en su garganta el grito de horror se negó a salir.
No supo más de ella, un desmayo salvador la arrebató de aquella pesadilla.
Cuando despertó, se vio en su recámara semiobscura, sólo la tenue luz de la luna se filtraba por la ventana.
Aún tenía esa sensación de miedo y, con el corazón sobrecogido, penso: "¿Fue sólo un sueño?".
