Manos inocentes

[Blanca Amelia Santos]

Sus manos, tan delicadas como ella... tan pálidas y delgadas, parecen llevar siempre entre sus largos y finos dedos las cuentas de un rosario. Incluso ni cuando duerme se separa de él. Necesita protección... hasta de sus sueños. El único momento del día en que sus manos se separan del rosario es durante la ducha. Momento tan esperado y al mismo tiempo tan temido. Sus manos, tan tersas y tan ligeras, pasan de la oración al pecado al deslizarse suavemente, como alas de mariposa, sobre su bello cuerpo haciéndola estremecer. Cerrando sus ojos volvió a pensar en él... a recordar con que ternura aprisionaba sus frágiles manos entre las de él y después... No pudo contener las lágrimas al recordar aquel fatal accidente en vísperas de su boda. Después del sepelio decidió renunciar a todo.
Con manos temblorosas ante el recuerdo y débiles por la anemia que padece desde hace tiempo, busca presurosa su rosario al salir de la ducha.
Media hora más tarde se encaminará como siempre a la capilla para tratar de expiar sus culpas. Haciendo con una mano la señal de la cruz, Sor Teresa se persignará con devoción mientras, con su mano izquierda, deslizará frenéticamente las cuentas del rosario entre sus dedos, entregándose a la oración para olvidar... y para pedir perdón.

[Guillermo Cano Botero]

Exquisita, maravillosa composición, a esas manos y mujer inocente, que al perderlo por accidente, en Sor Teresa se convirtío.
Felicitaciones, un verdadero placer leer tus letras.

Con respeto ya dmiración.

Guillermo