No, mejor dicho, desde.......... ¡yo que sé!, ..............desde que él me habló y me dio permiso para crecer y empezar a ver. ¿Eso fue?, .......¿eso fue?..... hace bastante para atrás, cuando yo era más blandita por afuera .
Tuve etapas lindas y otras donde, no sé porque, sentí algo dentro mío que me puso mal, ¿muy mal!.
Una vez: descubrí que podía llorar, otra, que si me enojaba mucho podía temblar. ¡Tuve épocas bravas! - donde todo me molestaba-, hasta que él, me habló y me permitió elegir el lugar donde quedarme.
Me quedé aquí, es lindo, tibio,- ni frío ni calor-, con lugares donde de verdad hace frío, pero eso:¡también me gusta!, sobre todo, tener fresca la cabeza y los pies.
Te cuento mi historia.
De joven, fue de esto hace mucho tiempo atrás, una vez me enfermé y sucedió que, cuando me miré al espejo descubrí que cada sacudón que tuve, me produjo una arruga, luego me enteré: se llamaban plegamientos, pero mi apariencia era la de una chica llena de acné.
Descubrí que tenía hormigueos y eso me causaba gracia, -ganas de reír; cada vez que lo hacía, de mi garganta brotaba algo, que creaba sobre mi piel una superficie oscura de algo liviano.
También recuerdo que, cuando me enojaba, de mi boca surgían rugidos que me producían estremecimientos. De estos, me quedaron cicatrices, que, en algunas zonas me gustan, creando lugares atractivos para mi persona.
Pasados unos años, comenzaron a crecer en mí, pequeños lugares llenos de agua, - heridas que supuraban pensé-. También me di cuenta que; mi tristeza, mi llanto, provocaba esos surcos de agua, que tanto refrescaban mi piel.
Joven, empecé a arreglarme y llegó un tiempo en el que estuve bella, llena de aguas, montañas, llanos, manantiales y ríos. Comenzó a crecerme una cabellera verde, ¡espectacular!, que los vientos que tanto me gustan y refrescan, hacen mover suavemente y entonces me siento como si bailara.
Fue para esa época que unos seres diminutos comenzaron a poblarme, no sé que eran, pero desde entonces nunca me abandonaron.
Son algo raro, sacan cosas de mi cabellera y las comen, al igual que cuando se meten en mis ríos y con artefactos extraños consiguen quitarme mis bellos juguetes. Que se lleven lo que necesitan,¡ no me molesta!
Lo que de verdad me duele, es cuando se llevan a las mamás que esperan a sus hijos, o cuando se llevan demás y después tiran mis juguetes todos hinchados y malolientes.
Estos seres, pasan épocas tranquilas. En esos momentos, en los cuales no me molestan, pienso que de verdad, me hacen compañía.
Luego, tienen períodos donde resultan molestos, hacen ruido, mucho ruido, me aturden, gritan, lloran y algunos quedan duros sobre mi y comienzan a desfigurarse y tienen mal olor.
Eso fue sucediendo algunas veces.
Ahora, en este tiempo ¡están insoportables!, rompen mi piel y sacan cosas que luego con fuego transforman y mis vientos se tornan en negros, de olores nauseabundos, que por donde pasan siembran muerte.
De mis ríos, cambiaron el color, del bello azul ya casi queda nada y ahora las aguas son marrones, malolientes.
Cada tanto vuelven otra vez a arruinarlas y arrojan en ellas algo que llaman tambores, que, pasado un tiempo esparcen cosas que hacen que todo lo que los rodea muera,. Otras veces, se les cae un líquido negro que todo lo que toca mata en forma lenta.
¡Pobres mis juguetes de agua! Los veo sufrir, me pongo triste, muy triste!.
De esa forma descubrí que el miedo puede: paralizarme o volverme loca.
Una vez hicieron mucho ruido, pero hubo uno que me asustó de verdad, ¡fue terrible, ensordecedor!......., me dejó temblando y creo que ellos también se asustaron esa vez.
Del ruido brotó un humo inmenso con forma de hongo y los seres que estaban en ese lugar, largaban fuego por la boca o simplemente desaparecían; después de ese, a los pocos días hubo otro. Ya nunca más se callaron y con ritmo cíclico, volvían otra vez a gritar y a ensuciar y a romper mi piel y mi cabello.
Hoy, ya no parezco tan joven.
Lograron arruinar mi piel y lo que ellos llaman tierras, están cada vez peor, se deshacen con el agua y llegan a todas partes. Ya no me respetan como lo hacían los anteriores, ya no se preocupan por mí.
Sólo buscan saciar su hambre, no solo de comida sino de riquezas y entonces vuelven a romper mi piel, cada vez mas profundas son las heridas! , sacan cosas que llaman brillantes, zafiros, rubíes, esmeraldas. Me sacan los quistes de mi juventud, pero destruyen toda mi belleza.
Hoy, estoy pensando en enojarme, ya no los soporto más, han conseguido destruir gran parte de mi cabellera, de mis ríos, de mis lagos, de mis vientos, de mis juguetes; cada vez quedan menos tanto en el agua como en la tierra.
Si!! Siento algo raro dentro de mi, como un rugido y cada vez más seguido.
He decido que voy a responder dolor con dolor, no aguanto más!.
Lloro y entonces todo se llena de agua .Me estremezco lo que llaman sus casas caen. Grito y salen corriendo porque tienen pánico de lo que sale de mi garganta: ese jugo oscuro que todo lo deshace a medida que sigue brotando de mi interior.
Me duelen la cabeza y los pies, porque ya no los tengo tan frescos como antes. Mis pies tienen cosas que llaman basura, me provocan dolor , no me gustan.
Hacen que mis bellos pies blancos, se vayan destruyendo, disolviendo y también los lugares donde sentía un suave calor ahora hierven........
Le pregunté a él, porque estoy así? Qué pasó? Que hice mal? Que les hice yo?....................
Me miró un largo rato y solo dijo: Nada,!...... nada hizo cambiar el corazón del hombre...
Y sigo aquí!... cada vez peor,- más enferma y dolorida-, esperando poder dormir.
Dormir ese sueño eterno, que durmieron otros antes que yo. Esos que un día vi partirse de dolor para luego desaparecer, poco a poco hasta que quedó otra vez la nada.
Perdón, podrías ayudarme, soy simplemente tu madre: la tierra.
"La tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un prestamo de nuestros hijos".
A.M.
