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<center>CAMINANTE SIN FRONTERAS</center>
Mirando la lluvia un día añore mi infancia. Recuerdos que sólo son. Jugaba entre arbustos
y monte de un ayer que hace tiempo pasó. Y ese lapso disfrazado de recuerdos me inunda la melancolía de volver hacia atrás, mas no es posible. Sin dudas, no soy la única persona que
haya sentido esta añoranza. Entonces, me puse a meditar un poco más atrás, cuando apenas
mi padre era sólo un chiquillo. ¿Habrá sentido lo mismo que yo? Sé de cierto que volver a ser
niño también quizo. Pero ese tiempo se vistió de alas llevando a volar la realidad. Lo veo a
veces cabizbajo y sereno como si estuviera bañado con silencio un recuerdo. Trato de ver atrás
de sus arrugas, más allá de un pensamiento silente y cuando trato de desnudar su secreto me enjugo una lágrima secándola con la palabra padre.
Camina como si quisiera al tiempo lleno de tantos senderos, esparcidos uno sobre otro, tendidos
cual sutil amanecer que despunta. Me miro en tu espejo y enmudece mi alma sorprendida de quien
semilla yo fui. Busco en lo más recóndito de mi pensamiento, pero yace inerte esta vez la añoranza.
Padre, cuán tosca la palabra padre, cuán sutil el sentido padre. Así es él: sereno, sencillo y pausado.
Y entre la lluvia y recuerdos esparzo mi niñez transformándose en adulto y aquí estoy, sedienta de un saber del hombre sabio que recoge la experiencia en cada paso.
¡Cómo montarme en tu navío del alma para atrapar el horizonte de tu ayer vivido! Mas sólo encuentro huellas de tu caminar pausado, pero tan firmes como ese mismo horizonte que no podré alcanzar.
¡De quién me vestiré este sentimiento que clavo en mi; de quién aprenderé más de lo que he aprendido, sólo tu ejemplo Padre mío! Enseñame a recoger la caridad como tú lo has recogido y transformala en ave que lleva el amor a quien por amor amas. Funde en mi alma tu calor humano. Perdón, por enjugarme otra lágrima de volados recuerdos que jamás se extinguirán. Juntaré tu orgullo con el mío para atravesar límites que otros querrán traspasar. Derribaré barreras cruzadas de cardos y espinos para continuar caminando más allá de lo vivido haciendo la ilusión transformarse en fe y como tú, pasaré las fronteras, Padre mío.
LAYZA
Lindos recuerdos de mi pequeña infancia, La cual vivi en mi tierra borincana, Me encanto leerte, Y bien dicen que la imagen habla por si sola, Muy buena resentación...Alty
