

Estaba muy nublado el día y yo me encontraba mirando por una ventana de cristal. Llovía tan fuerte a lo lejos que no se podían ver las montañas. El frío me hacia abrazarme a mi mismo y mi respiración empañaba el vidrio. Yo, nostálgico pensaba, en los días que ya se fueron en el silencio de aquel lugar.

Seguía allí parado y mientras miraba pensaba en lo solos que debían sentirse los pájaros en los árboles, los perros bajo los carros, las jóvenes en las ventanas. Y desde allí pude ver, a un hombre de pié, nostálgico y desesperado, que mientras esperaba, pensaba, lo solo que estaba allí. El, esperaba tu compañía, esperaba que tú llegaras. Deseando que tus brazos lo cubrieran con tu pecho pegado a la espalda y tu cara pegada al oído le susurrara que nunca jamás volvería a estar solo.
Volví a mirar bien a través de aquella ventana y esta vez nada encontré, pues fuera de aquel lugar nunca hubo nada. Miré y miré otra vez y esta vez pude ver que lo que en el cristal observaba, era solo mi reflejo y que lo que vi fue el espejo de lo que son mis sentimientos y de lo solo que me siento, cuando tu no estas a mi lado.

Si algún día tú te paras en esa misma ventana y la nostalgia te agobia, busca bien en tus memorias y recuerda cuanto te amo. Ten presente que yo siempre voy a estar a tu lado, que cuando lejos me encuentre y no puedas observarme, allí estarán para abrazarte todos aquellos recuerdos. Por más triste que te ponga el reflejo en tu ventana, es solo para acordarte que AQUÍ HAY ALGUIEN QUE TE AMA.

