Vas por la vida persiguiendo mi ser, invadiendo mi intimidad, buscando la manera de acercarte, como un león hambriento a su despreocupada presa.
Tu egoísmo es demasiado fuerte sólo quieres estar junto a mí imprevisible ser, ya que dices que he logrado avivar al fuego de tu querer que incinera tu naturaleza racional.
Te pregunto si no pensaste en lo que yo quiero, si quiero que te acerques más de lo que lo has hecho o que continúes siendo ése amigo objetivo que tantas veces estuvo a mi lado con las palabras justas y pudiendo robarme sonrisas aún en mis desgracias más sofocantes.
Te callas y tu silencio me susurra al oído que tu ánimo desciende hasta el mismo infierno, arrastrándote junto a él.
El panteón en donde me tenés acompañada de miles de deseos y anhelos que evitan mi sagaz huída, se eleva cada vez más, separándome de tus ganas de contenerme, pero trato de hacerte comprender que un alma libre no puede ser contenida, ya que fluye como el agua y con la misma tranquilidad de ésta, puede fallecer en determinados momentos, pero con la fuerza incontenible que posee puede arrasar con lo que a su paso se encuentre, desbordar hasta la misma muralla china y tu amor no es la excepción y no puede hacer nada para contener el ímpetu que en mi centro genera el calvario mismo de mi desmesura.
Tu propuesta puede resultar interesante pero he sido tantas veces inhumana, tantos fantasmas malignos tengo en mi que he olvidado como ser clemente, ya no recuerdo como era mi lado compasivo. Me han tratado de domar más de cien veces y los domadores frustrados se han cansado de intentarlo en vano, finalmente desisten... ya ni siquiera lo piensan y sigo sola, y así seguiré hasta el momento en que me deje caer de mi pedestal de altanería cuando encuentre un corazón tan hercúleo e indomable como el mío y logre derrumbarlo.
Desde Mi Pedestal
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Desde Mi Pedestal
Peligrosa Soledad