¿Culpable o inocente?

[Blanca Amelia Santos]

El corazón se le quería salir del pecho. Los latidos parecían retumbar en el recinto vacío. Tenía que controlarse o él se daría cuenta que estaba nerviosa. Bueno, en todo caso le diría que era por su presencia. Al hombre siempre le gusta escuchar eso. Si supiera cuánto habían cambiado los sentimientos que antaño le inspiró.
Estuvieron alejados mucho tiempo y la distancia se convirtió en su cómplice y confidente. No tardaría en llegar, debía darse prisa. Constantemente veía sobre su hombro, ¡qué terrible sensación el sentirse perseguida, vigilada!. Desde que compró lo necesario para su plan, se sentía observada, temerosa, culpable.

Aun recordaba la mirada interrogante e inquisitiva del cajero. Ojalá y la mirada inocente que le dirigió haya aplacado esos ojos acusadores. No quería testigos.
Se dirigió al único lugar amueblado de esa inmensa y lóbrega casa, Ella misma la arregló; una interminable semana hacía, desde que empezó a urdir todo. No podía encender ninguna luz, eso llamaría la atención y nadie debe saber... sospechar.

Escuchó el motor de un coche acercándose, las manos le sudaban, ¿donde estaba la bolsa donde escondía lo que la llenaba de culpabilidad?
Se dirigió al cuarto de baño. Ahí estaba. Contenía lo necesario para borrar toda huella. Esperaba que él siguiera exactamente las instrucciones que le dio. El corazón golpeó fuertemente en su pecho y ella lo calmó abrazándose su cuerpo tembloroso. Todo terminaría pronto.

¡Dios mío! la puerta... ¿le quitó la llave? sí... podía escucharla abrirse. ¡Era él! Sus pasos al subir los peldaños de la escalera de madera, se oían pausados, con sigilo, alertas. ¡Dios! dame valor... ¡Sólo te pido esta noche... y tu perdón!

Vistiendo el transparente neglille negro que le costara aquellas miradas acusadoras, salió a recibirlo. Ahí estaba él, con esa sonrisa seductora que era capaz, de inducir a pecar a la más santa. Y ella... no lo era.
Una noche de amor y de pasión. Después, él... tendría que decir adiós para siempre.

[Guillermo Cano Botero]

No sé, si son culpables o inocentes, plural o singular, no importa.
Lo que si sé, es que en esta composición hay una mezcla exquisita de misterio y de pasión, que me lleva a leer una y otra vez, tan inteligentes y maravillosas letras. Felicitaciones.

Con respeto y admiración.

Guillermo