Lo que quiero con esto es que me ayuden a mejorarla ya que estoy en aprendizaje aun. asi que hacepto todas las criticas que encuentren constructivas
Rilam
No hay necesidad de apurarse a los detalles. La historia es algo que debe saberse escuchar, no estudiar.
Cuando alguien relate una historia, que se asegure de relatarla lo más fantástica y creíble posible, por más que arruine su veracidad en ella. Esta es la única manera para atraer a la gente de hoy. Ya casi a nadie le interesa saber lo que ocurría en tiempos tan antiguos…
Este es solo un relato, un suceso que podría ser real, o haber sido inventado por mi ya agotada y maltratada memoria…
Algo de lo que estoy seguro, es que… no debería haber ocurrido así, ¿Por qué son los débiles los que deben caer primero? ¿Por qué esto es una verdad? ¿Los hombres como yo se encuentran en este mundo para protegerlos?... ¿protegerlos de qué? ¿De otros hombres como yo?... ¿acaso son tan pocos los que quieren proteger y muchos los protegidos? ¿Es esa la razón por la que aquellos como yo llegan a perder su tarea y prefieren aprovecharse de su posición?...
El cielo abierto y despejado cortado por pequeñas y perdidas nubes viajeras en una tierra cuidada por el mismo hombre que hoy es personaje de esta historia. En las planicies de claro verde pasto al norte, el horizonte era pintado en un perfecto degradé celeste y amarillo. Los bosques, que rodeaban las otras direcciones cardinales, nombraban las mil especies de árboles y hierbas. El mago del pueblo tenía la mala costumbre de introducirse en estos peligrosos bosques, y aunque el caminar atravesándolo podría ser algo realmente revelador por su incomparable hermosura y manera de tratar las rosas y luces, el bosque guardaba grandes animales y bestias, que viejos como él no podrían manejar, pero esta no es su historia, es la de un guerrero de aquella tierra. Era tarea de los guerreros de su estirpe el encargarse en secreto de cuidar a todos aquellos ¡aventureros! que entran al bosque. En secreto, ya que no se quiere intimidar a nadie, ¡aquellos que tengan el valor de ser más y admirar hasta el último trozo de tierra, aquellos serán siempre bienaventurados por tener el coraje de querer encontrarse y superarse! palabras del mismo rey…
El titulo le otorgaba muchos beneficios, entre ellos la armadura y todo el equipamiento oficial. La formación física que recibió le permitía cargar las más pesadas pecheras, hombreras y espadas, sin quedarse atrás botas y rodilleras. Lo más impresionante de su equipo, eran sus brazales, grandes y dorados con dientes de un dragón en sus bordes, pero no tantos, los justos para darle más impulso y fuerza y para no incomodar a su portador. Él era de estructura normal, nada muy voluptuoso, era de los que tienen fuerza no solo en voluntad, sino en agilidad y maestría. Por una larga cadena de herencia, su espada ¡El Dios del trueno! le fue concedido, se distinguía por su impresionante tamaño y línea en corte, forjada en su filo con la forma de dos rayos impactando dejando en su centro un gran hueco, el cual, era cubierto por su invaluable zafiro del tamaño de una palma. Las marcas de numerosas batallas e incontables peleas no borraban su detalle demostrando su calidad y resistencia. Al final, equipado completo su caminar podría compararse fácilmente con el de un elefante de batalla, sus colegas bromeaban de eso a diario, pero quienes realmente lo conocían le llamaban Rilam, el hijo del trueno. Poderosas y estruendosas pisadas anunciaban su llegar en donde sea que se encontrase, ello le complicaba la tarea de ser discreto.
Cuando la luna bañaba de plata aquel reino, las estrellas daban un espectáculo solo apto para quienes se atrevían a salir. Los guardianes como él, debían permanecer despiertos por cualquier amenaza que intentara entrar y perturbar a sus habitantes.
Aquella noche en particular el viento era una suave y fría brisa, los grisáceos cabellos de Rilam ondulaban al mismo compás que su blanca y roja capa. Un ruido casi inaudible salió de entre las ramas del bosque, un sonido imitable a la risa de una mujer, Rilam, en su deber, se adentró por su cuenta en la sospecha que alguien se hubiese escapado y podría esta en peligro.
El susurro de las hojas entonaba una tranquila serenata, acompañada por los grillos y el titilar de las estrellas. Empuñando fuertemente su espada en su mano derecha, el guerrero emprendió un torpe y poderoso trotar. Las piezas de su armadura chocaban en toda la vegetación del lugar, pero nada parecía siquiera molestarle.
Estelas de luz lunar se escapaban de entre las ramificadas copas creando un tenebroso pero romántico ambiente. Se detuvo un segundo en un punto iluminado para apreciar su entorno, y cerca de si detectó la presencia de alguien más, alguien que no despedía aura alguna de peligro, aun así, cautelosamente aquel misterio se ocultaba de Rilam tras un gigantesco árbol, mostrando parcialmente el rostro de lo que parecía la mujer que habría soltado la risa que lo llamó en un principio. Rilam clavo su espada en el suelo y se apoyó sobre ella igual que un bastón metálico.
Rilam: Acércate, no es correcto que estés aquí, es tarde y nadie debe salir del reino. En la mañana podrás aventurarte cuando sea más seguro.
La figura de un ángel fue acercándose más y más a él, una angelical aparición que nublaba la visión de Rilam, le borraban la mente y llenaban su corazón de algo que jamás había sentido. Cualquiera que la hubiera visto habría caído enamorado. Sus delicados pies se mostraban desnudos, ni mil lunas podrían imitar el brillante y cálido color de su piel. Vestía igual que una simple campesina, sus rotos ropajes se transformaban de gala por el matiz de su bello rostro y el encaje en tan perfecta cintura. No existieron palabras ni comparaciones en toda la creación, ni los jardines del edén valían siquiera caricia de sus manos, sus delicados cabellos atados como una princesa, del color de las rosas en la noche, acariciaban con el aire sus celestiales y blancas mejillas. Cada uno de sus parpadeos era una pesadilla por ocultar sus ojos, pero al mismo tiempo quería que en sus brazos durmiese y las hadas tejiesen sabanas y eternamente un momento admirarla y protegerla… así era, al menos para los enamorados ojos de Rilam.
Mujer: pero no soy de tu pueblo
Rilam: no veo ni siento a nadie más con tigo como p… las palabras de Rilam se interrumpieron mientras una filosa y larga daga se deslizaba a centímetros de su cuello pero sin cortarlo.
Mujer: no estoy sola, él me acompaña
Rilam: mujer, no debe estar a estas horas en el bosque, y menos sin compañía…
Mujer: ¿eres tonto? Acabo de decirte que estoy con él, y si no te callas y nos entregas tu armadura… pues, digamos que tu cabeza no nos es de utilidad en ese lugar.
Rilam solo esbozo una sonrisa, giró su cuello hasta su hombro izquierdo para ver quien había a sus espaldas, era solo otro ladrón del desierto que últimamente se escondían en el bosque.
Rilam: ya se lo dije, no veo a nadie más con usted…
Tras sus palabras, Rilam sujetó con su mano izquierda la daga por el filo que gracias a su guantelete impidió que se sacara los dedos. Al mismo tiempo con su mano derecha retomó su espada y en un increíble movimiento giró y partió a su agresor a la mitad. Dejando tras él ahora a aquella hermosa mujer, su espada goteaba en el suelo los restos del ataque.
Rilam: Este es mi trabajo, el eliminar las amenazas de este bosque. La mujer lo miraba con sus ojos muy abiertos, aun su brillo cautivaba el corazón de Rilam pero esta vez ese corazón estaba endurecido para cualquier batalla que se le pudiese aproximar. Aunque no pueda dañar y ni siquiera tocar a una mujer por mi código, está primordialmente el castigar a los mal vivientes y ayudar al perdido.
Es así como los guerreros son y fueron entrenados. Guardando tras grandes capas de acero un corazón romántico que no se atreve a salir porque sabe que el exterior es más duro que aquella coraza. El cadáver en el suelo era ahora solo un tumulto en la tierra.
Rilam: mujer, quiero que me lleves donde se esconden los ladrones
Aquella permanecía callada ahogando llantos sin apartar la vista de su compañero.
Rilam: soy paladín de los reinos que dominan estas tierras, mi trabajo es eliminar a quienes perturban a sus hijos. Dime donde se esconden los ladrones…
Sin respuesta los ojos de Rilam se entrecerraron liberando una furia invisible.
Rilam: ¡mujer!... Rilam bruscamente tomó el delgado brazo de aquella dama que yacía arrodillada soltando innumerables lágrimas. Cuando Rilam la levantó y vio aquellos ojos empapados y asustados todo su cuerpo se estremeció y debilitó por completo. Mientras más la miraba más su brazo se dormía, la estaba soltando en una lucha interna contra sus principios.
Rilam: No es… No… dim… sin las palabras para detener su llanto, sin la capacidad para deshacer lo que hizo, Rilam cae arrodillado junto a aquella adorable asaltante. ¡El Dios del Trueno! ahora estaba acostado en hojas secas.
Rilam: qu.. quien era? Muy suavemente pregunta sin atreverse a mirarla.
Tras un largo silencio, aquella princesa de ensueño seca su cara.
Mujer: nadie…
Rilam: po- cortado por las palabras de ella, los ojos de Rilam despertaron.
Mujer: ¡¿porque lloro por alguien que es nada?!¿Que clase de idiota eres que no ves que alguien a muerto?... y ahora, te haces el arrepentido… eres más… poniéndose de pie lentamente levanta su palma y da una gran bofetada al rendido guerrero, claro que aquella solo dolió en el alma de Rilam. Te llevaré, veamos que puedes hacer en un lugar colmado de asesinos…de secuestradores y violadores…una vez más el rostro de la mujer se llenan de lágrimas pero en este caso fueron de un disgusto y una tristeza distinta. Un lugar del que no puedes irte, sin seguir siendo un objeto que todos usan para satisfacerse, quitarte todo lo que tienes para su gusto, y amenazarte… ja… amenazarte con la promesa de proteger… a quienes amas… a lo que quieres…sin opciones.
Rilam se incorporó y retomó su espada. Ambos iluminados en un bosque prohibido y cuidado por la oscuridad y el miedo.
Mujer: ¿acaso no es tu trabajo? ¿Salvar a quienes están perdidos?... (sollozos)… soy libre… soy libre… no necesitas… Rilam se acerca a ella y deja que caiga sobre él… no necesitas salvar a alguien que es libre...
Rilam: no…
Una mirada cruzada entre los únicos que hablaban en el lugar. La mágica melodía poco a poco se convertía en el amanecer. Podían verse en cada segundo, descubriéndose mientras el sol los llenaba de calma. El muerto, y dos casi amantes de un instante. Descubiertos al más brillante de los días.
Dejaron que los pétalos y el rocío de la mañana los cubriesen por unas horas. Ninguno entendía al otro. Quietos y callados. Ella en él, él sosteniéndola. Ninguno tenía una buena razón para estar así, pero inexplicablemente ambos lo deseaban. La tranquilidad nunca había llenado de esa manera el espíritu de aquella chica. El viento soplaba en lo alto y ráfagas alegres llegaban al suelo haciendo bailar las hojas, moviendo el poco pasto y uniendo dos desconocidos en un abrazo jamás recibido.
Dejaron que el silencio acalle llantos y memorias. La mujer no tenía ya miedo, venía de un pueblo acostumbrado a matar traidores, matar quienes volvían con las manos vacías, matar incluso a quienes no regresaban con sus acompañantes… cerrando fuertemente sus ojos trataba de olvidar… Los códigos de los ladrones habían cargado su vida de indeseadas tareas y experiencias. Pero eso… ya no le importaba. Por un segundo todo había sido inexistente, solo era ella. Segundos que durarían años mientras nada perturbase ese escenario. ¿Por qué se sentía así frente a quien podría haberla acecinado? ¿Desde cuando deseaba que una rosa crezca en sus manos? ¿Qué sucedió con las penurias? ¿Dónde estaba la soledad que antes destrozaba cada uno de sus intentos de vivir? ¿Cómo es que ahora podía apoyarse en alguien sin ser maltratada? ¿Por qué el silencio hoy la perdonaba?...
Rilam Miraba muy cuidadosamente cada milímetro del cabello de ella, sujetándola como si fuese a caer en un oscuro precipicio. Las aves del día saltaron en vuelo para dejarlos solos…
El olvidar puede ser muchas veces razón para terminar de llorar, pero… nada que realmente marque una vida puede ser olvidado, al menos para quien tiene una tarea que sí desea cumplir, y en este caso, era salvarla…
Horas habían pasado y ambos seguían como estatuas uno aferrado al otro con miedo de perderse.
Rilam: Llévame
Mujer: … lentamente abrió sus ojos dejando que los rayos de sol reflejen en sus lágrimas como cristal de diamante. ¿Iras solo?
Rilam: esa es mi tarea, debo asegurarme el peligro del lugar antes de advertir a mis superiores.
Mujer: ¿iras solo?
Rilam: Llévame
Ambos caminaron por entre aquel fantástico bosque. Lentamente, uno tras el otro. Llegaron a una colina donde podían difícilmente divisar un grupo de carpas y una casa. Todo repleto de ladrones del desierto.
Rilam: ¿esto es todo? La confianza en si mismo lo controlaba, los ojos de la mujer entraban en pánico.
Mujer: no… si vas te van a matar. Ablanda la mano que sujetaba a su guerrero.
Rilam: he peleado contra Jaurías…
Mujer: ..te van... a…. Parándose frente a él lo abraza y enfrenta su rostro, lo que parecía perfecto para poder besar por primera vez con sentimiento, momento irrepetible para regresar, es perdido por el estupido impulso del creído invencible a entrar en batalla. Ella cae de rodillas y no mira a donde se dirige aquél a quien por una noche le hizo renacer, aquél…
Rilam entra petulantemente al terreno de los mal vivientes.
Todos lo rodean y observan. Todos. Aunque el bello día se cernía sobre ellos, la tormenta agitaba el viento convirtiendo la capa del invasor en alas de una bestia. Sujetado fuertemente ¡El dios del trueno!, y un puño ágil y preparado, tención en cada músculo de su cuerpo. Despliegue de energía incomparable.
Todos. Más de 40 hombres se abalanzan sobre Rilam quien los recibe como un dragón enfurecido. Lluvia de sangre cubre por completo la gruesa armadura. Golpes innumerables en todas direcciones. Cubriéndose y avistado en donde fuese que intentara moverse. La espada daba honor a su nombre en cada impacto contra otras armas. Estruendosos gritos de guerra eran la orquesta del lugar. El calor de un ardiente fervor por pelea completaba la furia de los agresores… y del guerrero. Verlo en movimiento era imposible, su velocidad y agilidad de combate lo llevaban de un sector a otro acabando con enemigos en cada paso. Solo estelas de sangre veías en dirección a Rilam. Los cadáveres se acumulaban como sacos de arena. El aliento del guerrero comienza a notarse cansado y agotado, pero sin poder comprobarse en sus movimientos. No podía terminar esta batalla de la forma que él había calculado, eran muy numerosos.
Los ladrones dejan de atacarlo y Rilam se detiene sujetando temblorosamente su espada en ambas manos. Su vista se borra y la golpeada cara molestaba. La reconocida armadura era ahora, un montón de abolladuras que dificultaban moverse, sin mencionar las cortaduras y roturas en su todo ser completo.
Agitados y apresuradas bocanadas de aire lo tiran al suelo pero cae en una rodilla, el bastón de acero se clava sin posibilidad ahora de salir fácilmente, jamás habían sentido ese fulgor.
- Tras Rilam, Caballero: agradece a tu mujer más tarde, ahora acabemos con estos mal nacidos. La caballería y varios compañeros de Rilam habían venido, esto era ahora trabajo del ejército del rey. Detrás de todos ellos… ella… Esbozando una sonrisa que dejó en paz caer el cansado cuerpo del guerrero.
gracias por leer, esperare tus consejos Emmanuel Rubio
jejeje estaba pensando en hacerla en varios capitulos, pero esta version que tengo era para ese concurso y tenia la restriccion de no recuerdo tantas lineas. 
y pues tuve que adaptarlo a esa cantidad de lineas (en realidad cuando termine de escribirlo me sorprendi que haya entrado en la justa cantidad de lineas 
) jaja 
asi q en las proccimas verciones tratare de hacerlas más intrigantes y no tan rapidas jajaj bueno nos estamos viendo 
huuuuu que hermoso!! gracias por todo lo que me das!! apreciare tu beshito 