Dos muchachos juegan en la acera de una transitada ciudad. Ambos, idénticos producen la sensación de ser gemelos. Sus ojos ambarinos, mejillas sonrosadas, y delgados labios carmín los adornan. Una simple y sencilla palabra: Iguales. Pero que a la vez es tan falaz, en un interior muy oscuro y secreto. ¿Iguales?-Pregunta confianzudamente el padre de uno de los muchachos, y científicamente el padre del “otro”. –Por favor Isabel!-Ríe, soltando una tremenda carcajada.
-No le encuentro la gracia-Le reclama la mujer, con un tono de voz muy serio.-Ambos muchachos son idénticos. Yo misma no sabría ni como reconocer a mi hijo. Y cambiando a algo más importante, ¿has visto como ambos niños juegan tan inocentemente en la calle, como si el “otro” fuese un chico normal?
-Si-Responde el hombre, un poco más serio, y se asoma por una fría ventanilla, solo para mirar como ambos chicos juegan.
-¿Y?-Pregunta amenazante Isabel.
-¿Y que?, ¿Qué propones que hagamos?
-Sólo te digo que a veces él me da miedo.
-¡De que rayos hablas! Tiene sólo 6 años.
-Lo sé…pero en el fondo, siento como si fuera…como otro hijo para mí. Es que es tan parecido!-Solloza la mujer.
-Cálmate. No puedes sentir ningún afecto por él, es sólo un producto experimental, un clon.
-Pero…pareciera que me amara. Ayer, si lo hubieras visto, me abrazo, y me dijo “mamá”, noté esa ternura en sus ojos, la misma de nuestro verdadero hijo.
-Imposible. Es solo un bastardo de la ciencia. Y el seguro de vida de Diego, nuestro hijo.-Dijo abrazándola.
-¿Acaso no era esto lo que deseabas, pues, mujer? El más eficiente seguro de vida para tu hijo.
-Pero a costa de que? De la vida de ese otro…
-Clon.
-Es un niño.
-Pero no es un humano, entiéndelo. Su vida no vale nada, existen miles como él en todo el mundo. Tu lo sabes, como esclavos, en el ejército…
-¡Que cruel!-dijo horrorizada.
-Esto no es nada nuevo, así que no te asombres. Además, nosotros lo hacemos por una causa noble. Si alguna vez, en el futuro nuestro Diego, Dios no lo quiera, sufriera algún padecimiento, contamos con todos los órganos del clon. Fácil, y seguro.
-Pero…
-Nada. Ya ha pasado la semana de estudio al clon, es ya tiempo de encerrarlo, lejos de Diego, y de nosotros. Él no interferirá. No es un nuevo miembro de la familia, Isabel compréndelo-Dijo, elevando la voz, puesto que había notado una gran preocupación en su esposa.
Esa misma tarde, y sin perder el tiempo, Rafael, el cual era el nombre del hombre que acababa de mantener la conversación, separó a ambos niños. Diego no sabía que era lo que ocurría, perplejo, y con los ojos bañados en lágrimas, veía como su nuevo “hermano” se alejaba, en brazos de su padre. ¿Por qué te llevas a mi hermano? Preguntaba sin obtener respuesta. Ya en el auto, Rafael prefirió alejarse con el clon hacia el laboratorio lo más pronto posible, le había dolido la despedida entre Diego y su “hermano” y lo que menos quería ahora era otra escena igual, pero con su esposa. “Sentimentalismo humano”-pensaba, sin mirar a aquel silencioso niño, que estaba sentado a su lado.-Debí haberlo imaginado, una semana y mi esposa y mi hijo se encariñan con este…-Pero no pudo proseguir su auto conversación, puesto que el clon le miró, con lágrimas en los ojos.
-Imposible-Dijo, a la vez que examinaba al clon.-¿Se puede saber de que lloras?
-Lloro, porque me vas a regresar a la celda. Lloro, porque me vas a llevar lejos de mi mamá, y mi hermano, lloro porque tu no me quieres papá.
La impresión que estas palabras causaron a nuestro científico Rafael era indescriptible. Le habían parecido como un golpe de hielo, en el pecho. Con cierto nerviosismo, y con un nudo en la garganta, el hombre logro sacar unas últimas y frías palabras, antes de encerrar al clon en su celda de recreación.
-Yo no soy tu padre. Tu no tienes familia, has nacido aquí, en este laboratorio.-Le dijo, sin atreverse a mirarle a los ojos, a aquel que podría jurar era su hijo.
-Papá…papá no me dejes aquí. Por favor.-Le dijo sollozando, y con una fuerza increíble, le tomo de la muñeca a Rafael.
-Basta…He dicho basta!-Gritó Rafael, sin poder contener ya unas lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Sintiendo lástima, y culpabilidad a la vez.. Y sin dar vuelta atrás, dejo al clon encerrado en su celda, y se alejo lo mas rápido posible del lugar. Ya en su coche, aún resonaban en sus oídos las terribles palabras, de aquella voz inocente: “!Papá!””No me dejes”
FIN.
De mi autoría, espero les haya gustado, un breve cuento.

Siberia.