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Tu: Mi luz, mi amor...

Del otro lado del mundo estás tu, con esos ojos grandes que brillan como luciérnagas en la más oscura de las noches, calentando mi alma con miradas tiernas, miradas que alientan un corazón desesperado. Son tus manos las que en la distancia acarician mis mejillas y me regalan una paz que no se compara con nada que haya sentido. Amor puro es el que florece aquí muy dentro, amor del bueno que tengo guardado solo para ti, con el que te haré sentir que no hay estrellas en el cielo, porque todas han caído para alumbrarte a ti.
En mi horizonte azul está dibujada tu sonrisa, perlada, luminosa, grandiosa, exquisita. Un suspiro envuelve las penas y alegrías y convierte los deseos en agua que del alma brota por las pequeñas ventanitas que cada mañana se abren cuando me despierta el sol. Los minutos son eternos porque estoy lejos de ti sin poderte compartir la pasión que llevo dentro, que me quema, que me hiere y ante el viento me deja indefensa.
Mi gota de rocío, guardián de mi esperanza; ayúdame a sobrevivir y a mitigar esta tristeza, que me tortura, que me mata, me acosa y me desespera cuando tu recuerdo me acecha en cada esquina del cuarto y me deja alucinando con esos días de invierno donde el calor de tu cuerpo protegía mis encantos. Envuélveme en tu manto y elévame hasta el cielo donde mis alas crezcan y se extiendan para volar y así poderte alcanzar antes que se acabe nuestro tiempo.
Te amo más que ayer, más que hoy, más que siempre......

Arwen Undomiel
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