
Cierto día; caminaban por una brecha un sabio maestro y su joven alumno, cuando de pronto, el joven miró un par de zapatos a la orilla del camino y se pregunto ¿de quién podrán ser estos zapatos?, observó a su alrededor y a lo lejos miró a un anciano que trabajaba en su parcela, el joven penso y dijo al maestro, juguemosle una broma y escondamosle sus zapatos, nos ocultamos detras de estos arbustos y veamos que cara pone ese hombre cuando no encuentre sus zapatos jajajajaja... El maestro mirando indignado al joven le propuso; sería mejor que pusieras en cada zapato una moneda y escondamonos para ver que cara pone, así lo hicieron...
Cuando el anciano suspendió sus trabajos se acerco a la orilla, y al colocarse el primer zapato sintió que algo lo obstruia, revisó su zapato y dijo ¿¡Como puede ser!?, guardo la moneda en su bolsillo y al querer colocarse el segundo zapato sintió nuevamente un objeto dentro y al mirar, ¡Otra moneda!, el anciano conmovido por lo que veía no pudo evitar exclamar al cielo: ¡¡¡¡GRACIAS DIOS PORQUE POR LA BUENA VOLUNTAD DE UN EXTRAÑO, HOY LOS SERES QUE MAS QUIERO NO DORMIRAN CON EL ESTOMAGO VACIO!!!!!!! y después de ponerse sus zapatos se marcho...
Cuando el maestro y el joven salieron de entre los arbustos, el joven al ver "la cara" y la actitud de aquel pobre hombre, sintió una gran melancolia dentro de si y sus ojos se miraban llenos de lagrimas... el sabio comento al joven "No pretendas sentir alegria por la desgracia de otros, sino al contrario ayuda a los demás en lo que este a tu alcance...
