Hoy su imagen y la mía distan mucho de ser aquellas frágiles figuritas de la adolescencia.
Esta mañana la he vuelto a ver, casi en el mismo sitio, pero treinta años después.
Nos cruzamos, tropezamos, nos disculpamos, no me reconoció, yo sí. Nunca voy a olvidar esos ojos, ¡ Cómo! Sí su mirada aun sigue alumbrando después de tantos años, un rinconcito de mi obscuro corazón.
Volvieron a mi mente los duendes que agitan los recuerdos.
Fueron dos meses de noviazgo, de pasión, de brindarnos sin concesiones. Un amor leal, puro. Todavía conservo entre mis manos la tibieza de su piel.
No pudo ser, algo no funcionó entre nosotros luego de esos dos meses.
Pero mi mente ha bloqueado ese algo. Solo se repite en mi interior lo que fueron sesenta días de amor.
Por un instante pense en darme vuelta, llamarla, pero me contuve.
¿ Qué le iba a decir? Tal vez sus recuerdos no son los mismos...


