
Blanca como la luna en sus noches benditas,
cuando sin nubes brilla en todo su esplendor;
pura como las flores cargadas de rocío
ke juntas se arrebolan en un tibio calor;
tan leve ke intangible a los hombres pareces,
flotas como la niebla sobre el mundo; tus manos
son suaves como pétalos de purpúrea sustancia
y superan con creces las de cualkier humano;
Tus ojos son luceros ke hacen brillar la noche,
y tocar tu cabello es como un mar de perlas:
imposible y valioso como el mayor diamante,
anhelara perderme en tu abismo, sirena.
Tuve la hermosa dicha de cruzar tu camino,
de mirarte, adorarte con cada acto; mereces
ke se postre a tus plantas el sol de eterno fuego,
pues con tan solo un gesto tuyo la hierba crece.
Tan lejana y precisa, tan brillante y eterna,
nadie osara dañarte, pues no habrá mayor mal;
adorarte debieran postrados de rodillas,
muñekita brillante, princesa de cristal.