
En cada rayo de sol de un nuevo día
siento nuestros corazones llenos de alborada,
las aves del amor nos envuelven con sus trinos
llenando nuestros oídos de la más dulce balada.
Caudalosos ríos de mieles y guirnaldas
percibimos en nuestros pechos como poderosa cascada.
Por la cual navegamos, en barca de terciopelo,
advirtiendo como crece su caudal en cada jornada.
Labranzas de finos frutos y dorados cereales
son nuestro tesoro, nuestra felicidad entregada.
Dejemos que con el paso de los amaneceres
sintamos, como nuestra vida, nuestra piel dorada.
Un fiel testigo de nuestra pura pasión
nos dedica su sonrisa en cada campanada,
en la torre de la abadía del señor destino
hay alguien que es dichoso ante...
... nuestra felicidad amada.
ANY VAUGHAN
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