
¡Hermosa!
la diosa que invade y se apodera de mis pupilas,
que las llena de sentimiento y deja huella y maravilla;
de día es angelical, mi rosa... tambien mi espina,
nocturna me desquicia, una vez rebelde, otra vez sumisa.


Sublime,
fiebre pasional que alborota aun estando ella dormida,
que la busca y encuentra calma en el néctar que su vientre anida,
que se escurre y que enardece la realidad y la fantasía,
que arrulla entre susurros y gemidos y hasta cuando suspira.



Seductora,
mujer hermosa, de mi carne y mis costillas;
se estremece el firmamento cuando me tocas, cuando eres mía,
eres capullo de mi tarde, de mis otoños, de mi algarabía,
hoy floreces; aquí te espero, mujer divina... ¡mujer divina!
HUGO DANTE TORTORELLI