Mensaje
por Doral » 02 Sep 2006, 14:57
Se les hace larga la mañana
a aquellos seres que la gente espía
pero sin embargo ellos nada hacen
pues se buscan el pan de cada día
y se les hace larga la noche
después de un día con muchas travesías.
Crece el sueño en sus entrañas noche y día,
acariciando la esperanza de un mendrujo de alimento,
un gota de optimismo les inspira, vaciando desperdicios
el anhelo en la mirada de encontrar fruta podrida.
Al destellar el sol en la aurora
están con las caras manchadas de llanto,
pues el estómago es un cruel recordatorio
del hambre que pocas veces pueden mitiguar.
Es un mundo egoísta el que ellos enfrentan
ya que la sociedad no los puede ayudar.
Al encontrar los cestos de basura solo con sucios papeles
bolsas de plástico plagadas de insectos y larvas
el estomaguito les reclama buscar mas al fondo
quizà allì se encontrará perdido un pedacito de pan duro.
una lata medio vacía con refresco ya volatizado y sin gas.
De esa manera vemos desperdiciar
tan activa y tan prometedora juventud.
El vicio es el principal metiche en estos asuntos
pues los conduce al camino de la perdición.
Entonces no pueden ver el mundo más allá,
El camino de la perdición presente ya está.
De esa manera ven escaparse la vida de sus manos,
promesas inciertas en sus bolsillos rotos
pies descalzos, mirada perdida en la desesperación
se les escapa la esperanza, en los sueños de su triste suerte.
frío en sus huesos, miseria a su alrrededor,
calamidad en sus pasos, arrastrados, vencidos
anticipadamente por su propio desaliento.
Y aún sabiéndolos no hacemos nada,
sólo nos quedamos con el Jesús en la boca.
Preferimos permanecer tan indiferentes,
Sin saber lo que esta noche comer les toca.
Estás pensando?, no lo creo querido lector.
Perdóname pero te soy sincero, pues soy su defensor.
Sabiendo de estas criaturas desamparadas,
la huída de mis propios pasos por senderos oscuros,
en noches de invierno, esta alma en pena,
arropada solo con la cobija del amor mas grande,
me he acercado a sus ojitos desconfiados
devorando ellos con avidez, el excrutiño de mi persona
¿nos trae algo de comer? ¿quièn es esta señora
que llega sombría a descubrir nuestra guarida,
entre periódicos usados, y trapejos de basurero?
Días de mucho sol en los pavimentos
Tratando de ver la caridad de la gente.
Algunos sólo tratan de arreglar con lamentos,
en vez de colaborar con ese pedazo de pan,
en vez de darle vida a esa vida muerta.
Vida que muchos de ellos no pueden soportar.
Un muro aprisionando mi garganta
tengo que ser fuerte para no llorar,
no es llanto lo que esos niños necesitan
sino alimento, confianza, protecciòn y afecto.
El animaliTo no era "árido" -LO HICIERON-
algunos corren al verme, intuyendo un presagio
sus instintos de conservación,
las circunstancias, el moho de la conciencia humana,
el óxido de la misericordia en quiebra,
valores que solo son quimeras,
¿què les puede doler a aquellos que lo tienen todo?
¿qué les puede doler el dolor ajeno,
cuando tantos en opulencia, ni siquiera
reconocen su propia miseria interior?
En una sociedad pobre como la nuestra
las verdades son motivo de muerte para muchos.
Y aunque yo contra todo eso lucho
la gente me da la espalda, sólo les daré una muestra.
Hablo de salvar a muchas vidas del desperdicio,
Hablo de recuperar una vida de ese eterno vicio.
-La loca- así me llaman
por meter a mi casa, niños sucios y de costrumbres dudosas,
¿Què pueden saber lo que mi alma siente,
cuando esos niños se sientan a mi mesa
a engullirse sin masticar, un triste plato sopa caliente?
Y ver sus caritas sucias, mojando con avidez, el pedazo de pan
en el atole de maíz endulzado con el néctar de mi cariño?
Acabo con esta mi protesta, con un pequeño detalle:
ruego que estas letras nos hagan a todos reflexionar.
Alégrate, nos tocó el momento de poder ayudar :
¡¡SALVEMOS A LOS NIÑOS DE LA CALLE!!
-Nò; yo no puedo terminar con mis gritos de impotencia
ni puedo concluir ninguna protesta,
hasta no ver seguro, sano, sonriente y felíz,
a todo niño que por hogar, tiene: ¡LA CALLE!
Gracias hijo mío; muchas gracias por permitirme compartir contigo, vivencias que a diario me trago con el dolor mas grande, haciendo lo que puedo para contribuir con mi granito de arena. Gracias Carlos alberto, por permitirme dar a conocer la casa hogar "CIUDAD DE LOS NIÑOS", ubicada en: Curva de San Pedro, Bachigualato, Culiacàn, Sinaloa México... fundada hace casi 50 años por "El Padre Ernesto" y su equipo de colaboradores voluntarios, algunos incluso, ahora adultos productivos y felices, egresados de la misma "casa cuna", a la que soy asidua fiel y constante, precisamente porque me recuerdan a mi propia niñez.
Doral.