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INVIERNO DE FUNERAL

Tengo las manos llenas de ti,
y emergen de mi ser,
mil palabras, éter de la eternidad,
volando hasta siempre con excelsa majestuosidad.
Entrego a Dios, con noble y puro sentimiento,
la mas profunda humildad de mi corazón,
quebrantado por el rayo de la injusticia humana.
Esta noche los crepúsculos se visten de gloria,
bajo el manto de la oscuridad sedante de la ignominia,
bañados con colosal vestigios de luz inmaculada
que había sido decretada para mí,
desde la misma Aurora Inmortal,
desde antes de mi nacimiento...
“Madre; voy a casa”
No era tu razón la mía,
ni la que me diste al traerme al mundo,
ni la razón que me trajo hasta aquí.
Ni musgo ni yedra tocaron las plantas de mi existencia
al paso por ésta vida.
Ni huellas que sigan mis pasos,
pueden yá detener mi partida.
Nó madre, no eres culpable...
no fuiste tú la que fracasaste en tu intento
por darme la oportunidad de vivir,
y poner la inmortalidad a mis pies,
no fue tu ocaso quien decretó los reprobos que me condenan,
al regreso con las manos vacías...
Qué ironía, yo busqué tu propia razón y no la mía.
El jardín que plantaste se secó madre mía,
sobre el cepo hierto de tus verdes esperanzas,
que sembraste con lirios y laureles,
regados con tu aliento, bañado por tu sangre,
floreció en magnolias de papel que resecó el viento,
tostado por el sol.
La fresca lluvia de tus senos,
amamantó tierra infértil,
transmutando la semilla de tus sueños rotos,
que nunca debieron ser los míos;
pues soy la margarita silvestre,
que pariste en un ideal,
ni esporas, ni silfos, ni gloria de emanación perpetua,
dan hospedaje a la sal de mis ojos,
ni el sumun supremun sanctuarium,
templo que forjè en mi alma
para aquel hidalgo amor...era mi morada.
Voy a casa madre;
el estuche que guarda a mi ser,
el de ésta piltrafa humana,
ha bajado esta noche a su fosa común...
Una fría cruz en mi corazón,
una pálida sombra en la làgrima
un libro que no será terminado,
un silencio de muerte en el sepulcro de tu hija,
a quien llamaste por nombre:
Doral.

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