Debió ser madre la mirada de la Luna,
y esa fragancia que tiene tu pasar,
cuando mi sangre palpita entre mis venas,
y es primavera en mi forma de soñar.
Debió ser madre el brillar que hay en tu pelo,
y tu sonrisa que enseña a recordar,
todo el amor, toda la luz y el sentimiento,
que me conmueve en el diario trajinar.
Y cada instante que cierras ambos ojos,
y mi frecuencia comienza a adivinar,
todas las ondas que llegan desde el cielo,
y que nos unen en toda una verdad.


