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Canto a la Aurora
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Hermosa hija que parió la noche,
amante del sol, infiel a las estrellas,
acaricias sin pudor mi sueño,
que recubriendo yace
las níveas plumas de mi testa cana.
Hiedra que te aferras a mis fantasías,
con mechones dorados de ilusiones,
vienes ungida de cantos mañaneros,
de olor a limoneros, de brisas pasajeras.
Mimas mis sienes, ¡sin sombras!,
como el vergel ojeroso que me inspira,
aquel que sueña reverdecer, ¡y que de hinojos!,
irisa mis versos, al inspirar tu aliento.
¡OH aurora!, que celas mis antojos,
como el celaje a la brisa con su sombra,
vigilia estelar es lo que dejas,
cuando en fulgor ahuyentas las tinieblas,
guareces a la luna y duermes las estrellas.
Me faltas tanto cuando no apareces...
Cuando la sombra oscura de tu sol,
¡se agota!, en el plomizo llanto del invierno,
sin primaveras, sin veranos, con la escarcha
plateada del rocío, de tus rizos y quimeras.
¡Y, aquí!. Envuelto en tu cálida morada,
la idea vaga de una mariposa alada,
hace la sombra, manumite el discurrir
del pensamiento, para hacer a ti,
este canto en la alborada.
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Guillermo Cano Botero<BGSOUND SRC="avemaria.mid"AUTOSTART="TRUE" LOOP="INFINITE">
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