Sueño en mi vida detrás de alguna estrella,
como un ameno milagro del Señor,
que dulcemente camina por sus días,
y se destaca en las notas del amor.
Pienso en mis horas con calma y elocuencia,
mientras concibo el cantar de mi canción,
y me esperanza renace suavemente,
cuando en mi mente descubro precisión.
Y en la mañana conozco las misivas,
con que los hombres evocan a su Dios,
sencillamente al jugarse la partida,
en que se funden la imagen y la voz.




