Me encuentro en mi habitación
mirando tu fotografía, los
recuerdos llegan uno a uno a
mi mente.
Recuerdo como acariciaba tu
escultural cuerpo de diosa,
no lo puedo olvidar. Las noches
tan placenteras que vivimos
juntos son hermosos recuerdos
que guardo con un gran amor.
Sin embargo ya no te encuentras
a mi lado; extraño tu jugosa boca,
tus hermosos ojos, tu alegre carácter
que se volvió después en mi tormento.
Yo estoy recuperándome de ese
tremendo golpe que me diste; en estos
momentos las heridas que dejaste en
este pobre corazón están cicatrizando.
Te ame con locura, pero tu forma de cambiar
hizo que me alejara, además de que jugaste
conmigo.
Leí en un escrito de una bella persona
que el tiempo ayuda a curar las heridas
y está en lo cierto.


26 de septiembre del 2003