Oh gran mujer que llevas
entre tus manos tu cántaro
que día a día llevas con agua
del río.
Tu andar sobre las piedras es
agotador, pero la sed que tienes
es más importante que tu
cansancio.
El camino a donde te diriges
es tan largo como el missippi.
Tu vestimenta blanca es como
tu alma, pura e inocente.
Si me encuentro en mi caminar
a una persona que vaye al río
por agua, yo con mucho gusto
le ayudare con él cántaro.
No importa lo cansado que este;
mi deseo es ayudar a la demás
gente cuando me necesite.
Si algún día necesitare ayuda
confió plenamente en que
ellos acudirán en mi auxilio.


2 de septiembre del 2003