
A la intemperie
bajo un cielo abierto,
cuantos sentimientos
plasmo en mis versos.
Cada letra enhebrando
una frase es una mariposa,
cada “coma” es una rosa,
los puntos suspensivos
son mágicas caracolas,
y lo que en mis poemas te escribo
del ruiseñor pedí prestado
la dulzura de su trino.
Viajan en el viento
estas letras hasta tus ojos,
los grillos en las noches
te las recitarán a los oídos,
y como luceros
flamearán en tu cielo
buscando tan solo amor,
mendigando para mi boca
el néctar de tus besos.
A la intemperie
le he pedido a la luna
que tiña de plata
la tinta de mi pluma
para escribirte entre rimas
coloreadas de argenta ¡Te quiero!
Y si un ave vuela
en mis palabras
y se posa en tu ventana,
es porque mi corazón
le abrió para ti la jaula.
En esta noche callada,
cuando de mis versos
eres una vez más mi musa,
la luna en el cielo
roza mi rostro
con caricias tibias,
dando fulgor a mis ojos
mientras te pienso
antes de cerrarlos.
Y al abrazar con su luz
todo mi cuerpo
unge en él cada arista
con rosas e incienso.
Y digo ¡Te amo!
con la desnudez del alma
a la intemperie,
mientras una lluvia
empapa mi piel
del deseo de tus caricias.
¡Si existieran las Hadas!
les pediría un único deseo
que me amaras ¡Tú mi anhelado sueño!
Porque esta llovizna
humedece a las estrellas
para convertirlas en lágrimas.
¡Ay gotas de nácar!
Que de mis ojos saltan
para hacer imprescindible
el riego de mi nostalgia.
Llanto de ausencia
expuesto a la intemperie,
ese, que alimenta del río
su dulce caudal,
delirio de tenerte
que se aferra y adhiere
a mi piel como fiebre,
para desembocar en el mar
y convertirse en gotas de sal.
A la intemperie
rueda por mi cuerpo
la redondez abrasadora del sol
y yo soñando que es
el caminar de tus dedos.
¡Que no muera el día!
¡Que no se oculte el astro rey!
Para que pueda dialogar
con mi tristeza.
Sol... has brillar las cenizas,
que mi llanto humedezca la tierra
para que germine en su corazón
del amor la frágil semilla
y yo coseche de su querer
la más bella y perfumada flor.
Artemisa904