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En ese instante...

...en que los poros erectan,
por imprevista caricia, ¡helor!.
...en que la carne declina,
ahuyentando el dolor.
...en que el aire ya no siente,
suspendido queda allí.
...en que el silencio es locuaz,
habla por ti, por él, por mí.
...en que el rubor ya no asoma,
hace alto la savia carmesí.
...en que el pensamiento descansa,
a la luz de lo invisible, ¡si!.
...en que la queja se esfuma,
se trasmuta en sentimiento.
...en que la luz se hace intensa,
enlutando la visión.
...en que diluye la esencia
con peregrinos átomos.
...en que solitario yace el soma,
que cabeza será, del cortejo a la yacija.
...en que se apaga el ocaso,
y asoman tinieblas de remanso.
...en que mi alma se arruga,
se trasfigura mi rostro,
el párpado no humedece,
¡es el corazón, quien llora!,
la voz se ahoga, ¡retrocede!,
la mano temblorosa
siente temor de sentir,
mi mente se pregunta...
...nadie responde.
¡Desde ese mismo instante!...
...duermes eternamente.

Guillermo Cano Botero
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