

Más allá del amor que nunca ha muerto,
está tu imagen viva, clavada siempre
en mi recuerdo, dentro del corazón marchito
sin que pueda arrancarlo de mi pecho y
cargarlo sonriente, sin desvelo.
Te recuerdo y te veo como yo te veo
con tus ojos tan negros, tan profundos,
-pozos de amor con agua de deseos-
que me miraban en las tardes grises
y llenaban a mi alma de consuelo.
Han pasado años por nosotros,
el tiempo siempre es tiempo, tiempo
que no pudo nunca arrebatarme
tu semblante risueño, la simpatía
innata de tu risa que calmaba mis penas.
Tú sobrevives por tu senda silenciosa,
con tus ojos marchitos por la vida,
con la nieve caída sobre el pelo
pero ardiendo como yo por un amor
cobarde, que no ha muerto.
Yo vivo contigo impregnado en mi cuerpo,
llevándote en el fondo de mi alma,
con el recuerdo de un pasado eterno,
con tus ojos clavados en los míos y
en mis labios el dulzor de aquéllos besos...


</CENTER><p><br></CENTER><br></TD></TR></TABLE></CENTER><br></TD></TR></TABLE></CENTER>