Abrí mis ojos en una vida diferente,
plena de frutos maduros y sabrosos,
y fui el albor de realidad en ese día,
de tantos sueños dorados y dichosos.
Sentí en el alma esa canción que percibía,
y mi ilusión se perpetuo en la madrugada,
mientras mis horas mostraban alegría,
y mi esperanza viajaba entre las hadas.
Y el corazón se acomodó dentro del pecho,
para decir con ritmo sur y en voz de zamba,
que era otra alteración de tiempo simplemente,
pero que siempre he vivido entre mis pampas.




