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Decadencia Ártica
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Lienzo del que liban mis ojos,
postrimero color que nutre los antojos,
inquieta mar que en su apacible final,
absorbe del naranja, ígnea bola de cristal.
Domo celeste, majestuoso,
donde levitan níveos los lunares,
del invisible Eolo esperan silenciosos,
moldear su silueta en fugaces cantares.
Y explota del silencio, majestuosa,
figura sutil de gaviota armoniosa,
que en mágico aleteo y presurosa,
dibuja de marfil, estela cariñosa.
De salado rocío se bañan los cristales,
del níveo y gélido, témpano robusto,
que flota sobre mares ancestrales,
dejando de su cuerpo, acariciar su busto.
Y se duermen las figuras,
tras la sombra efímera que despiertas,
¡Ocaso!. Decadencias pausadas y puras,
que el sol transfigura en inciertas.
Es cuando entonces el pincel,
de mis pestañas, unge de color natural,
y en mis pupilas, cual cincel,
dibuja delicado, paisaje en su mural.
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Guillermo Cano Botero
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