
Sé que dirás que no estoy bien
y diagnosticarás apremiante
que sufro de psicosis acechante…
Pero hoy ante ti
desgajo este corazón
sobre las palmas de mis manos.
Y con la diáfana sinceridad
que caracteriza la inocencia del niño,
siento la imperiosa necesidad de confesarte
que del celarte soy esclava…
Sí, trajín incompatible,
guerra sin tregua
entre la lógica razón
y este sentir por ti
un desmesurado amor,
ese, que se ha convertido
en el estandarte de todas mis causas.
Y al saberte lejano,
tan distante…e inalcanzable,
al pensarte en tus afanes cotidianos,
cegada de los celos
la amargura roba a mi alma
motivos para hacer brotar
la risa de mis labios…
Sí… me declaro culpable,
y a la espera estoy de tu dedo
para acusarme y señalarme
la irrevocable sentencia
que cumplir debo…
sucumbir en las fauces
de ese monstruo
que vive en los abismos
de tu incomprensión e indiferencia
llamada desamor,
la que destaja a pedazos
este tonto corazón
con el implacable y frío
filo del cuchillo.
¡Que me condenen!
¿Y que importa?
Pero no puedo acallar el dolor
por sentir celos de la copa
que goza la calidez de tus manos
y el desandar de tus dedos
por sus redondeces de cristal,
troquelando en ella
los rastros de tu huella digital.
Sí, y siento celos
cuando sus bordes
como labios de mujer
acarician los tuyos
si te la llevas a la boca.
Siento celos del sol
que abrasador
con sus rayos de aurora
resbalan por tu piel
como los brazos de una amante,
para impregnarla
de su ardiente calor.
Siento celos de las rosas
en el florero
que adornan tu alcoba,
porque ellas
perfuman el aire que respiras
con su delicado aroma.
Y en este purgatorio de celar,
envidio al peine,
porque tiene la dicha
que el destino me ha negado
de sentir tus cabellos
en mis dedos enredados.
¡Si supieras!…
Como quisiera
ser esa almohada,
para sostener tu cabeza
al regresar del trabajo
cuando de tanto pensar
la sientes cansada y pesada.
Y quiero ser esa sábana
que cobija tu cuerpo
del frío de la noche
hasta que entra por tu ventana
la luz de un nuevo mañana.
Y celo a tu sombra,
porque puede estar contigo
permanentemente a tu lado
acompañándote a donde vayas.
Y en los buenos momentos
como en las horas amargas,
es la eterna compañera
que no te desampara.
Hasta del teclado
de tu computadora
siento celos,
y quisiera estar en su lugar,
para sentir en mi piel
el roce suave de tus manos,
mientras a otra
inspirado de amor
le escribes versos.
Y siento celos
de muchas otras cosas,
pero, ¡Ahora que importa!
Si lo callo o lo confieso,
total, me has sentenciado,
sacándome de tu vida
y haciéndome vivir
hasta mi muerte
la tristeza de no anidar
como un gorrión en tu corazón,
condenándome a disolverme
entre las lágrimas del no tenerte
en el infierno del destierro.
Artemisa904

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