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Vuelvo a tus campos, suaves alquimias
de tu màgica tolerancia, la lluvia de cristales
asida al peñasco fecundo, de tantas cuitas nuestras, el papel que me diste, de suave
entorno pagana, cual un àpice, interlocutor
válido de tantas noches en vigilia.
Vuelvo y despierto, tus axiomas dormidos,
tus rutinas de una época olvidada y cansina,
vuelvo a tus versos, atrevidos engranajes
que accionan el motor de mi vida, con tu
aroma de mujer bonita y niña enamorada.
Vuelvo a creer, cuando tus voces, alimentan
la llama de una luna diàfana y melàncolica,
noches de invierno, tibias, al pensamiento de tus
remansos tan míos...
Vuelvo, con la paz del santo vívido emblema,
de un beso robado, de un roce de labios, de un
cafè que se enfría a la luz de una mirada
única y tibia, de enredaderas suaves, de estrellas
tan nuestras que a modo de neón, acumulan su energía, vuelcan sus idiomas.
Vuelvo...y vuelves, sin prisa, con el pensamiento
audaz, de aquella chiquilla, que a cada te amo, sonrojaba en mis derivas</center>