
...cierro los ojos.
Así disfruto a plenitud
esa cálida sensación
de tus besos sobre mi espalda
mientras tus manos vuelan
ágiles sobre mis caderas.
Y luego, el encuentro
de nuestros labios que comparten
esa dulce humedad que enerva
nuestros sentidos, beso profundo
que taladra hasta encontrar
en la profundidad de mi cuerpo
la excitación que provoca
el deseo de la entrega total.
Tus dedos acurrucan mis pechos,
y luego tu aliento se desparrama
sobre mis pezones.
Después, tus dientes dulcemente los torturan
y logras arrancar de mi el primer suspiro
mientras mis manos, cómplices de mi placer,
se enredan en tus cabellos.
Mi vientre es el centro de tus caricias
y aun mas abajo te hundes en el pozo
donde me bebes entera.
Me tomas y te llevas también mi alma
que escapa por entre mis muslos.
Ya conoces los rincones de mi cuerpo y
tu lengua sobre mi gatillo dispara mi orgasmo.
Mi sombra sobre las sabanas se estremece,
mi cuerpo entero se sacude y un gemido
se pierde en la oscuridad de nuestra habitación.
...luego, luego el remanso, la paz, la lasitud...
Con el pecho todavía agitado busco tu mirada
y en tu rostro, apoyado todavía en mis piernas,
encuentro esa sonrisa de complicidad
y la picardía de tu mirada solo expresan una frase:
¡TE AMO!

Philadelphia, Invierno 2004