

Érase una vez hace muchos años, una pareja
de recién casados a ritmo de Merengue, hacían
el amor apasionadamente.
Transcurrido el tiempo, musicalmente y
paulatinamente bajaron su ritmo, pasando
del movido Merengue a Cumbia, de ésta a
Salsa y en cierta etapa, como congelados en
el tiempo lo cambiaron a Tango, empezando
con los acelerados, decidieron quedarse en
"veinte años no es nada", waw pero febril la
mirada.
Ahora al llegar a los ya sonados cin-cuentas,
musicalmente bailan valces, omitiendo de
lleno aquellos Fandangos del ayer, gozando
hoy melódicamente de música clásica,
suavecita, candorosa y bonita, como........
Claro de Luna y de vez en cuando, después de
un mágico aperitivo de mariscos y vinos,
afrodisíacos desde antaño, musicalmente se
lanzan un enredo de melodías, con acordes
alocados, enredados y muchas veces pausados.
Pasando de una Jota Aragonesa, a un Sorba el
Griego mezclados, eso es concluyendo dos
pares de pies y cuerpos dislocados.
Amor musical al fin y al cabo, que importa el
ritmo, en este caso lo importante es lo
bailado, no lo estrepitoso de tan romántico
encuentro, con o sin acordes pero plenamente
gozados.

