Esa noche...

[Blanca Amelia Santos]

Solo se escuchaba el golpeteo de sus zapatos por esa obscura y solitaria callejuela, por la que a diario transitaba para llegar a su departamento. Algún maleante había roto la única lámpara mercurial que existía en esa calle y solo la alumbraba la luz de la luna. Algunas sombras se le antojaban fantasmagóricas y apresuró el paso. Nunca repondrían la lámpara, ya se había cansado de reportarla. Cuando al fin llegó frente a su puerta le dolían los pies.
¿Cuándo demonios le entregarían el auto? Últimamente todo le fallaba y prefirió dejarlo en el taller para que lo checaran bien... tenían 15 días con el maldito auto. Apresuradamente busca las llaves dentro de su bolso. Estas tienen la particularidad de irse hasta el fondo y esconderse tras de cualquier objeto. Apenas las encontró, el bolso se safó de sus manos y cayó al piso desparramando todo.
-¡Maldición!
Mientras se inclinaba a recoger una docena de cosas entre papeles y accesorios de belleza, los ladridos de las mascotas vecinas no se hicieron esperar. Una que otra ventana se iluminó y alcanzó a ver el movimiento de las cortinas.
¡Vaya gente! siempre ocupándose de las vidas ajenas. Como deseaba irse de ese barrio de mala muerte.
Tal parece que este no era su día, porque al intentar encender la luz se dió cuenta que la habían cortado. ¡Claro! y el recibo ahí, en su bolso, estaba muy cómodo. Olvidó pagarlo.
A tientas se acercó a un mueble donde recordaba tener unas velas. Regalo de su jefe en su último cumpleaños. Encendió una y el delicioso aroma a canela y manzana le devolvió un poco el ánimo.

¡Un café...! necesitaba con urgencia una taza de café, para sacarse ese frío que se apoderaba de su cuerpo, apenas entraba al departamento. ¿Hacía frío en realidad o era su soledad y sus recuerdos los que le helaban el alma? No pudo evitar lanzar de nuevo una maldición al recordar que la cafetera no funcionaría sin energía eléctrica. Bueno... al menos gas si había. Utilizaría su olvidada cafetera silbante de color verde que un día pensó tirar... se felicitó por haberlo pensado dos veces.

Mientras tomaba su café, tan negro como las noches de su vida, se descalzó sus adoloridos pies y empezó a recordar cosas que nunca debieron pasar y de las cuales, ella era culpable por haberlas permitido. Unos toquidos en la puerta la sacaron de golpe de su letargo. ¿Quién sería? No tenía nadie que la visitara y menos a esas horas. Dudó un poco en abrir, pero enseguida pensó... no hay nada que perder. Además, lógico que no es un ladrón, ya que esos no tocan sino que procuran pasar inadvertidos.
Reacia a dejar su taza de café, la tomó en sus manos y se acercó a la puerta. Tocaban de nuevo...
¡Que insistencia! Abrió la puerta dispuesta a decirle sus verdades a quien había interrumpido su diario... "lamerse las heridas".
-Buenas noches, ¿esto es suyo?
Esa voz... tan grave, que retumbó en el pequeño recibidor provocando que su mano perdiera fuerza y soltara la taza, derramando sobre su pie el líquido caliente. Tal parecía que esa noche todo se caía de sus manos.

En el humbral de la puerta estaba un ejemplar masculino que parecía sacado de alguna serie televisiva... ¡que hombre! él la miraba insistentemente extendiendo su mano para mostrarle una tarjeta.
-¡Mi café! ¡mire lo que ha hecho!
-Disculpe, no era mi intención molestarla, sino entregarle esto que me he encontrado tirado frente a su puerta. Permítame... ¿se siente mal?
El hombre sacó un pañuelo y se inclinó a tratar de secar su pie. Un escalofrío la recorrió al sentir la tibia piel de su mano en la pantorrilla -¡Suélteme, yo puedo secarme sola!.
Se retiró inmediatamente de ese contacto que le erizó la piel y nerviosa se dirigió a la cocina a tomar una servilleta.
-No me ha dicho si la tarjeta le pertenece, aunque ya me di cuenta que si... por la foto.
No esperaba que él la siguiera y dió un brinco al escuchar esa voz tan cerca de su oído. Al voltearse, quedaron a la distancia de un beso. El aroma a madera fina de su loción la envolvió haciendo desaparecer la pequeña cocina, el departamento, el frío...
-Lo siento si la asusté, alla afuera hace frío. ¿Porque no me invita un café? y me permite presentarme...
¡Si!, lo que fuera con tal que se retirara porque su cercanía la estaba poniendo muy nerviosa.
-Una oleada de calor le enrojeció la cara de la verguenza. ¿Dónde habían quedado sus modales? El que viviera con escasés no quería decir que careciera de ellos.
-Si... por supuesto, discúlpeme, por lo regular no soy así, me ha pescado en mal momento.
Era la noche de las disculpas...

La traviesa luz de la vela hacía que el hombre se viera más grande y la cocina mucho más pequeña de lo que era.
-Por favor... tome asiento, en un momento lo preparo.
Ella no se percataba de que esa misma luz, a ella la hacía ver tan hermosa, tan etérea, tan vulnerable, que el sintió un poderoso deseo de protegerla.

Me llamo Fernando Bustamante, me invitaron a una fiesta aquí cerca. Mis anfitriones se pusieron en un estado tan inconveniente, que preferí salir a caminar mientras se calman.
Él había tomado su mano al presentarse y ella no atinaba a moverse ni a hablar. El pitido de la cafetera la hizo reaccionar y contestar con educación.
-Blanca Franco.
No diría más, ¿para que? Terminando su café el se iría y no lo volvería a ver.
Preparó dos tazas y se sentó frente a él.

En algún momento escuchó el lejano canto de un gallo... ¿cuantas horas tenía platicando con él? ¡Estaba amaneciendo! Las horas habían pasado sin sentir. Hacía tanto tiempo que no se sentía tan agusto con alguien. El parecía entenderla tan bien, que parecía estar hablando con su pensamiento.
¿Fue ella la que dijo que no diría más? Por lo visto él era un hombre hábil para obtener lo que quería. Pero... ¿como negarse cuando la veía así? ¿cuando le preguntaba con ternura la causa de su soledad, de su tristeza? La hizo reir muchas veces... tenía la sangre tan ligera que por momentos se olvidó de todo y parecía que se conocían de tiempo atrás.
Esa noche al regresar de la oficina, la calle no le pareció tan obscura, ¿Era ella la que iba tarareando una melodía? Tenía que darse prisa... lo había invitado a cenar.

Blanca Amelia Santos
Wella.

[Sebastian Solana]

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<center><img src=http://img348.imageshack.us/img348/9996/glitterline0288lv.gif></center>*


Estimada poetisa Blanca, buenas tardes,
Un inmneso placer deleitarme con esta
hermosa inspiración, muy bella, la verdad
que fué muy agradable haberla leído.
La felicito.
Recibid mi admiración, y un cálido abrazo desde Uruguay.
***
*
* *
*
*Sebastián*
***** *****
LEER A LOS DEMAS Y COMENTARLOS, LOS ANIMA Y NOS AYUDA A QUE
NOS CONOZCAN COMO PERSONAS(Sebastián Solana)

[Leidy44]

un nuevo sentimiento, da paso a vivir y experimentar situaciones y momentos que creemos olvidados...pero siempre estan alli, solo nesecitamos de un angel que llegue con la luz que necesitamos en medio de la oscuridad de nuestra soledad para ver todo con mas claridad..

hermosas tus palabras es un gusto leerlas...

[Blanca Amelia Santos]

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Estimada poetisa Blanca, buenas tardes,
Un inmneso placer deleitarme con esta
hermosa inspiración, muy bella, la verdad
que fué muy agradable haberla leído.
La felicito.
Recibid mi admiración, y un cálido abrazo desde Uruguay.
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*Sebastián*
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LEER A LOS DEMAS Y COMENTARLOS, LOS ANIMA Y NOS AYUDA A QUE
NOS CONOZCAN COMO PERSONAS(Sebastián Solana)

Es un honor para esta escritora en ciernes, el recibir el premio de su comentario estimado poeta. Mi agradecimiento sincero

[Blanca Amelia Santos]

un nuevo sentimiento, da paso a vivir y experimentar situaciones y momentos que creemos olvidados...pero siempre estan alli, solo nesecitamos de un angel que llegue con la luz que necesitamos en medio de la oscuridad de nuestra soledad para ver todo con mas claridad..

hermosas tus palabras es un gusto leerlas...

Y asi llegó... y se quedó por siempre.
Gracias por no pasar de largo, y dejar tu agradable huella en uno de mis primeros relatos.

[Guillermo Cano Botero]

Muy interesante y bonita historia, llena de momentos tristes y felices, de temor y tranquilidad, en donde por culpa de un decuido, llega a nacer de pronto un nuevo amor.

Gracias por tan agradable historia.

Con respeto y admiración.

Guillermo

[Blanca Amelia Santos]

Muy interesante y bonita historia, llena de momentos tristes y felices, de temor y tranquilidad, en donde por culpa de un descuido, llega a nacer de pronto un nuevo amor.

Gracias por tan agradable historia.

Con respeto y admiración.

Guillermo

Si, fué por culpa de un descuido, jejeje una amiga que lo leyó me dice que hoy mismo perderá alguna tarjeta por ahi, donde tenga su mejor foto. jajaja

[Blanca Amelia Santos]

Es que lo quería leer una amiga y aproveché para rescatarlo del olvido.