LA AUSENCIA DE YOLI

[El Halcón]

[align=justify]Miré por la ventana, estaba lloviendo. Me di cuenta que era un día extraño, nada parecía normal, tan sólo aquel viejo árbol de más de cien años. Nunca me había fijado en él y eso que ya hacía diez años de mi estancia en aquella casa.

Cuando llegamos por primera vez a aquel barrio tuvimos la suerte de encontrar aquel piso. Fue el primero que visitamos y nada más verlo supe que sería el domicilio familiar para el resto de nuestra vida. Entonces si me fijé en el árbol, allí plantado, rodeado de más árboles, aunque él era especial, no sabía muy bien por qué, pero lo era.

Ahora, tras estar mirándolo durante veinte minutos, supe lo que era. No era su magnificencia, ni su gran tronco, ni sus verdes hojas..., era todo en general. Parecía como si aquel árbol supiera lo que pasaba por las mentes de las personas que lo miraban. Es decir, era claro que se producía una especie de magnetismo entre él y la gente que se le acercaba.

Aunque llovía mucho, decidí salir a la calle. Me acerqué al objetivo que hasta ese instante no dejaba de estar presente en mi mente, y le toqué. Sentí como me estremecía, como temblaba, como el corazón de aquel árbol latía con gran rapidez. Asustado, retiré la mano.

Hacía mucho tiempo que no tenía aquella sensación. Era como tocar a aquel ser amado al cual querías salvar y no podías; como estar atado de pies y manos, y verle morir sin poder hacer nada.

Lo mismo sentí cuando, a los dieciocho años, vi como mi mejor amiga moría en el hospital, tras estar tres semanas enchufada a una serie de aparatos, que no hacían otra cosa que hacerla parecer un ser salido de una película de ciencia ficción, y no la chica divertida y simpática que había conocido hacía algunos años. Se llamaba Yolanda, aunque todo el mundo la llamaba Yoli.

Mi familia y yo nos habíamos trasladado a aquel barrio, después de haber pasado los seis primeros años de mi vida en otro barrio. Este otro barrio no era ni muy grande, ni muy pequeño; y la gente no era ni muy agradable, ni muy desagradable. Todo allí era normal, nada se salía de las normas establecidas, nada.

Al poco tiempo de mi llegada, ya tenía muchos amigos y amigas, aunque sentía un especial cariño por una persona en especial. Ésta era muy tímida, tanto que aunque salíamos en grupo, ella siempre iba por detrás, como si le diese miedo relacionarse con los demás...; aunque cuando cogía confianza con alguien, podía ser muy simpática y divertida. Por otro lado, no hablaba mucho, cosa que no gustaba al resto de la pandilla, ya que decían que era signo de aburrimiento, pero yo sabía que no era por eso. Realmente, lo que hacía era observar cada movimiento, cada gesto y cada acto. Era como si grabase todos aquellos cambios, que se producían a su alrededor, en su mente para luego analizarlos. Eso nadie lo entendía, así que preferí guardarle su secreto, como si fuera mío.

Poco a poco nos fuimos haciendo amigos, aunque su amistad nunca llegó a ser común. Éramos de ese tipo de amigos los cuales no necesitan hablar para comunicarse, ni tocarse para saber que en cualquier momento estarían uno al lado del otro. No éramos de los que se pasaban las noches uno en casa del otro. No necesitábamos hacer esto para conocernos. Todo lo sabíamos, el uno de la otra, aunque no solíamos contarnos nuestros secretos más íntimos, pero de un modo u otro los sabíamos. Nuestra amistad era tan fuerte que nada nos podía separar, ni envidias, ni celos,..., excepto la muerte.
La verdad es que, nunca nos habíamos planteado el hecho de que algún día alguno de nosotros no estaría al lado del otro. Pensábamos crecer juntos y mantener nuestra relación, ya estuviésemos en distintas ciudades, países e incluso continentes.

También hay que contar que éramos totalmente opuestos. Yoli era delgada, de estatura media, con ojos verdes y pelo negro; su relación con los chicos era inocente, lo que le permitía tratarlos con confianza y de una forma natural. Mientras que yo era gordo y más alto que ella, con ojos marrones y pelo castaño; era muy afable con la gente, y me llevaba muy bien con todas las chicas, entre las que era bastante popular. Había muchas más diferencias entre nosotros, como su forma de vestir, de actuar,..., que en vez de ser un impedimento, eran elementos que afianzaban nuestra amistad.

Solíamos salir juntos al recinto ferial, por Septiembre, que es cuando se celebran las fiestas de Salamanca, pero aquel día yo no tuve ganas de ir. Fue algo muy raro, ya que nunca me había negado a ello. Algo extraño se extendió por el ambiente, lo cual me causó temor, reflejándose en un escalofrío que me recorría toda la espalda. Yoli también lo sintió, pero no le dio importancia, así que se fue. Se fue con un simple "¡Adiós!".

Si la gente supiese el momento exacto de su muerte, ¿cuales serían sus últimas palabras?..., ¿Adiós? No lo sé, quizás nadie sabría como decir todo lo que se siente en tan poco tiempo.

Tras la hospitalización y posterior muerte de Yoli, no volví a ser el mismo. Cambié tanto que ni mi familia, ni mis amigos me reconocían.

Por eso volví un tiempo a mi antiguo barrio, donde vivían unos familiares, para apartarme de los recuerdos, alejarme de aquella soledad y amargura que me invadía cada vez que sentía la ausencia de Yoli.

Aquel árbol, aquel magnífico árbol me había devuelto el recuerdo de mi gran amiga. Lo miré y volví a tocarlo, aunque esta vez no sentí su corazón, ni cómo me estremecía, sentí como la tranquilidad me embargaba y cómo él deseaba ser abrazado. Y lo hice, y no me importaron las miradas de las personas anónimas que pasaban por mi lado, porque al acercar mi oído al tronco, pude oír todo aquello que quise decirle a Yoli antes de su muerte, todo aquello que la gente quiere expresar con palabras y no puede, o simplemente no sabe. Y lloré.

A partir de aquel día, nada volvió a ser igual. Volví a recuperar el trozo de mi ser que me faltaba. El hueco dejado por Yoli fue llenado por aquel árbol, aquel viejo árbol de más de cien años.

Fue el día 8 de Septiembre de 1987, cuando Yoli ingresó en el Hospital Universitario de Salamanca, de donde ya no salió hasta su muerte el día 27.[/align]

[ANGIE C.P.]

WOW QUE HISTORIA AMIGO
MUY BELLA Y TRISTE ME GUSTO
REALMENTE EN ELLA HAY MIL SENSACIONES Y SENTIMIENTOS
FELLICIDADES MUY BELLO

[El Halcón]

WOW QUE HISTORIA AMIGO
MUY BELLA Y TRISTE ME GUSTO
REALMENTE EN ELLA HAY MIL SENSACIONES Y SENTIMIENTOS
FELLICIDADES MUY BELLO

Y desgraciadamente muy real, pues en esta ocasión no es fruto de mi inspiración, si no que he plasmado en letra los hechos que a mi me acontecieron.

Gracias por leerlo.

[Princesa Yaiza]

HALCON...

Siempre lo he dicho...
Ese fue un año, en el que se fueron
entrañables personas que marcaron pauta a nivel
mundial... a nivel personal... por su candidez, su sutileza,
su manera tan frágil y luchadora a la vez, de vivír... la vida!!!
La Princesa Diana de Gales, La Madre Teresa de Calcuta,
tu amiga Yoli... y Mi Princesa Yaiza...
Lo más importante de todo, es guardar en nuestros recuerdos
los maravillosos momentos que vivímos junto a ellas...
Haberle dicho a tiempo cuanto la queríamos,
¿Que faltaron cosas por decír???
Pues cuantas cosas no podría yo haberle dicho demás a mi
Pequeña Princesa que se fué con tan sólo 10 añitos???
Eso no me duele, ni me ahoga... pues mientras estuvo conmigo,
supe hacerla verdaderamente feliz y decirle a cada momento,
cada mañana, cada anochecer... cuanto la quería!!!
Amigo, te invito a decír a las personas que amas,
cuanto las quieres... es importante tanto para ellos
como para tí mismo...
Fue un placer compartír contigo este momento!!!
Besos...

[Princesa Yaiza]

HALCON...

Te regalo la historia de Mi Princesa Yaiza...
Espero sea de tu agrado!!!

http://www.shoshan.cl/foros/phpBB2/view ... highlight=

Y te sirva de consuelo, ya que no existe un dolor más
grande en la vida... que perder un hijo!!!

[El Halcón]

HALCON...

Te regalo la historia de Mi Princesa Yaiza...
Espero sea de tu agrado!!!

Y te sirva de consuelo, ya que no existe un dolor más
grande en la vida... que perder un hijo!!!

Querida amiga:

Nada sirve de consuelo cuando se pierde una vida, y más si es la de un hijo. Yo que soy padre entiendo el dolor por el que pasaste, y sé como es el amor y el cariño que le diste a tu hija en el teimpo de su vida.

Me ha encantado leer su historia, y más que conozco bien la zona canaria de la que hablas y el nombre de tu hija.

Gracias por tus palabras de ánimo. La historia que yo escribí fue para rendirle un homenaje a este amiga, y siempre que llega septiembre, su recuerdo me vuelve a mi cabeza, y auqnue entonces no entendí porque sucedían así las cosas, con el tiempo he sabido entenderlo.

Gracias nuevamente, y un beso.