noche de invierno.
Buscaron una mesa libre entre todos los jóvenes que
estaban allí
cenando esa noche.
El anciano se acercó a la caja e hizo el pedido y
pagó,desenvolvió
la hamburguesa y cuidadosamente la partió por la
mitad, y puso una
mitad junto a su esposa, luego con mucho cuidado
contó todas las papitas fritas y las dividió en dos
montones y colocó un montón junto a su esposa,
igualmente, metió dos pajillas dentro del refresco y
lo puso entre él
su esposa.
Cuando el anciano empezó a comer su media hamburguesa
la gente del
alrededor, se les quedó mirando con compasión. Un
joven se les acercó,
y educadamente les dijo, que les compraría otra
ración de comida.
El anciano respondió, que no se molestara, que estaba
bien así, que
estaban acostumbrados a compartirlo todo entre los
dos. La gente de
alrededor, se dio cuenta de que la anciana no había
probado bocado, solo miraba como comía su marido y de
vez en cuando, cuando era su turno, bebía un poquito
del refresco.
El joven se acercó otra vez y les suplicó que por
favor dejaran que
les invitara algo para comer. Esta vez fue la
anciana la que le dijo
que no, que éllos estaban acostumbrados a compartir
siempre todo juntos.
Cuando el anciano terminó de comer su parte y se
limpiaba con la
servilleta delicadamente, el joven que ya no podía
continuar viendo esa situación, volvió por tercera
vez a intentar invitarles a algo de
comer.
Después de que la pareja de ancianos, rechazara otra
vez la invitación, el joven le preguntó a la anciana:
Y usted, ¿que es lo que está esperando?
Y la anciana le contestó:
LOS DIENTES



¡¡¡ QUE BELLO ES EL AMOR !!!
