Una luminosa tarde de primavera
descuibriste al hombre de tu vida
arrogante y atractivo
mirandote con descaro.
El sus ojos clavó
en todo tu hermoso cuerpo
y un rubor de amapolas
cubrió tu rostro ingenuo.
De esta mirada nació
el comienzo de un romance.
Tú niña inexperta y enamorada
te entregaste sin recato.
Pasado un tiempo en las nubes
sufriste un duro golpe.
El hombre que tanto amas
está casado...no es libre.
El te ama y te adora
pero sigues siendo la otra,
el reposo de su apatía
que tu calmas en tu regazo.
Siempre dispuesta y accesible
transcurren meses y años
sin mas compromiso, ni sueños
postergada en segundo plano.
Al comienzo fue bonito
y hasta soñaste en cambiarlo
más el amor no bastó
para liberar un contrato.
Por su contrato te sientes
atada de pies y manos,
siendo tan solo la otra
la que ama silente en el anónimato.
Ya ves mujer el destino
te enredó es su jugada.
Aunque sigas siendo la otra
es a ti a quien más ama.


mabel-natya
