Se encuentran las musas, excitadas e inquietas.
Algunas, hábiles alquimistas,
Encontraron la piedra filosofal del entendimiento.
Otras, quizás las mas osadas.
Esparcen sobre mi vientre, desazones en inquietudes desmedidas.
Como una dentellada tu boca en mi pecho,
Mi cuerpo caudal manso en una entrega sin condiciones
Que despiertan estas ganas, para las que no hallo consuelo,
Ni en mis manos, ni en mis sueños.
Mientras, me creces por dentro
Como gotas de luna en los pespejos.
Marina
