
GRACIAS PA’ JUAN.
“Descansa en paz,
¡OH¡, padre querido
que con amor y respeto
en el corazón de tus hijos
como un recuerdo estarás”.
Con estas palabras, puestas como epitafio en la tumba
de mi padre, me despedí de él, en el año de 1957.
Padre debes saber que aprendí
lo que tú supiste enseñarme,
ser un hombre cabal
saber trabajar, ser formal y ser decente.
No tuve más herencia que tu ejemplo
y esos recuerdos tan gratos de mi niñez,
recuerdos de narraciones, de cuentos,
maravillas para mi
que la imaginación despertaba,
cuentos de Juan sin miedo, de lobos,
de Alí Babá y los 40 ladrones, con su “ábrete sésamo”
cuentos que me narrabas
en noches llenas de estrellas
bajo el olor de tu brazo,
olor a sudor de trabajo,
que me ponías como almohada.
Recuerdo, que un día,
fuimos de pesca a un río
tú lanzaste el anzuelo,
y en la primera lanzada
zummm.. que se te va el anzuelo
con todo y cuerda al centro del río,
y allí se acabo la pesca,
nos tuvimos que regresar
comentando, entre risas,
lo que no pudimos pescar.
Recuerdo mil cosas;
como, cuando nos paseabas,
a mis hermanos y a mí,
nos llevabas caminando por el campo
y en una rama de algún árbol
nos ponías un columpio
para poder contigo jugar.
Así, como éstos, tengo muchos recuerdos
que ese mi padre, mi amigo,
me dejó en el corazón
cuando me enseñaba cosas,
cuando jugaba conmigo,
como un ser humano común.
De ti padre, me viene esto
de componer y escribir versos
desde una vez que ví un poema
que tú le hiciste a mi madre
atrás de una foto de ella,
cuando era una joven bella,
foto que siempre guardó
la dueña de tu corazón
hasta el día en que falleció.
Con cariño sin igual escribiste
aquellos versos, eran frases tiernas,
algunas difícilmente las comprendí
pero tenían su magia especial
que me impresionó y cautivó,
por eso escribo mis versos
tratando de darles magia
y tratando, como tú,
que expresen en forma sublime,
cosas de los sentimientos
que hay en el corazón.
Padre, aún estoy en este mundo,
viviendo su trajinar,
y quiero que sepas
que me ha ayudado mucho
lo que me supiste amar,
te agradezco los espacios de amor
que nos diste de tu vida,
ese amor que ahora yo transmito
a mi hija y a sus hijos
el mismo amor, que tú me supiste dar.
Gracias por todo Pa’Juan.
Leonardo Sáenz B.
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