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UNA VIEJA SANTA
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Cual tierno botón bañado de rocio,
cual fragil cristal que el viento quebraría,
tomaste entre tus manos ese crío,
y su vida fue tu vida misma.
Desvelos, plegarias, angustias y alegrías,
tu esmero y tu empeño fue todo de esa niña,
fué tuyo su dolor y fueron suyos tus días,
más sembraste las semilas que hoy cocecharías.
Te fuiste a trabajar cada mañana,
volviendo por las noches ya cansada,
preguntabas los detalles a la nana,
le dabas un beso dormida sobre su cama.
Hoy estás vieja y cansada,
y esa niña de tí no sabe nada,
es como siempre Reyna y Soberana,
justo como fuera educada.
Tus pies cansados ya se arrastran,
tu cuerpo entero se desgasta,
te duelen las manos y hasta la garganta,
tu espalda encorvada, tu andar que se alenta.
Mas de tu pesares el mal que mas pesa,
no es tu espalda encorvada
ni es tu garganta,
es ver que esa hija sea tan ingrata.
Que siendo de niña tu niña adorada,
y siendo tú tía una vieja Santa,
ni suda ni llora, ni sabe de nada,
nadita de nada de lo que hoy aguantas.
¡Que triste es la vida!
miro enferma y sola a una vieja Santa,
y miro a su hija toda es arrogancia,
y no sabe nada, nadita de nada.
De lo que su madre le dió desde siempre,
de lo que le falta a esa vieja Santa.
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WENDY ESTRELLA
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Roberto Iván y Elisa
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