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EL ENCUENTRO

Por fin llegaba el día, su corazón palpitaba muy rápido, las manos sudadas reflejaban la ansiedad que en esos momentos sentía. Después de 3 meses por fin llegaba la hora de verlo, de mirarle los gestos de su cara, de tocarlo y besarlo.
Cogió el tren de las 9:00 se sentó en le tercer vagón al lado de la ventana, con los brazos cruzados como queriendo abrazarse respiro hondo mientras el tren se ponía en movimiento.
Lo conoció de casualidad, cogió el teléfono y ahí estaba él disculpándose por el error. Su voz suave y alegre le hizo saltar el corazón, sintió las mejillas ardientes y las manos sudadas. Hablar con él se había convertido en rutina, cada día a la misma hora esperaba con ansias su llamada, escuchar su voz susurrante y sus palabras cariñosas. Cada día sentía que algo crecía en su interior y necesitaba con más urgencia verle.
Había pasado mucho tiempo de planes, de encuentros que al final quedaban en nada, pero, ahora se dirigía así él, se dirigía a ese encuentro tan deseado por ambos.
Mientras el tren continuaba su camino ella se imaginaba como era, si seria como ella pensaba, alto y fuerte por su voz pensaba que si, ojos expresivos y profundos, una boca que invitaría a besar unas facciones delicadas.
Nunca imagino que podía desear a alguien de esa manera, a sentir tanta emoción de solo escuchar su voz, se pasaban horas pegados al teléfono con los ojos cerrados imaginando que estaba junto a ella acariciándola y besándola.
Se detuvo el tren, subía gente que iniciaba un día de trabajo, mujeres, hombres, todos ellos se dirigían hacia algo que conocían, hacia su rutina diaria. Ella se sentía diferente ella iba a conocer al hombre que por meses le había robado el sueño, que la hacia temblar con sus palabras.
Quería decirle a todos lo que sentía, gritarles la emoción que sentía, pero callaba porque también tenia miedo. Miraba por la ventana y veía al pasar los pueblos y se imaginaba cuantas personas están sintiendo esto que siento yo, tal vez nadie, o quizás muchos pero que como ella no se atrevía a decir.
Como explicar lo que sentía por alguien a quien jamás había visto, jamás había tocado, jamás había besado. Le había abierto su corazón contándole cosas que solo ella sabía, cosas que pertenecían a su vida, a su vida más secreta a esa vida que nadie había tenido acceso.
Como olvidar el día que cumplía años, si al despertarse estaba su mensaje “ te amo mi vida, felicidades” fue tan simple el saludo pero para ella significo tanto, una lágrima recorrió su mejilla mientras volvía a leer sus palabras. Que agradable fue cuando esa noche pudo oír las mismas palabras pero susurradas con delicadeza al oído, mientras le expresaba cuanto le gustaría estar a su lado y abrazarla fuertemente mientras le decía al oído “te amo”.
Una mujer se sienta a su lado y le sonríe, ella tímidamente le devuelve la sonrisa y vuelve a perderse en sus pensamientos, en sus recuerdos y en esa ansiedad que la esta matando, solo faltan unas estaciones y por fin podrá verle y abrazarle, que emoción siente, su corazón palpita muy deprisa y le falta la respiración.
El altavoz anuncia la próxima estación, la estación donde la espera él, su amor secreto, la persona que cada noche le recuerda cuanto la ama, llegaba la hora, llegaba el momento de verle y ahora sentía pánico, tenía miedo a verle, no quería bajar de ese tren, sus piernas no le respondían no podía levantarse. Mira a la mujer que va a su lado y esta le vuelve a sonreír, ella con el miedo reflejado en el rostro se levanta y se dirige a la puerta, aferrándose muy fuerte a los pasamanos para poder caminar sin tambalear. El tren ya se detiene y ella toma aire y con paso decidido baja de aquel tren.
Mira hacia los costados buscándole con la mirada camina un poco dirigiéndose a la salida, la gente pasa por su lado con urgencia, ella camina lentamente, con el corazón angustiado y acelerado de no verle. Siente una voz que le llama por su nombre, se gira y ahí estaba el de pie mirándole sonriente, alto, fuerte como ella se lo había imaginado, con esos ojos que tanto tiempo había querido mirar.
Le devuelve la sonrisa y poco a poco se acercan sin decir nada están a unos centímetros, el tiempo se ha detenido, la gente pasa sin verlos, pero para ellos el tiempo esta detenido, disfrutan cada segundo de ese encuentro. Por fin sin decir palabra acercan sus labios y se besan. Una explosión de sentimientos estallaron con ese beso, un beso deseado por tanto tiempo y beso dulce que reflejaba todo el amor que se profesaban, un amor puro y verdadero que había devuelto los deseos de amar a ellos.
Pasada la impresión de ese beso se miran a los ojos y se dicen por primera vez “ te amo “ dos palabras muy simples pero que para ellos era lo más grande que podían decir y escuchar.
El día transcurrió normal para todo el mundo, para ellos no era un día normal era el día en que ambos habían por primera vez juntados sus labios y se habían fundido en un abrazo que por muchos meses habían deseado.
Llegaba la hora de la despedida, la hora de separarse y decirse adiós. Un adiós que no seria para siempre solo un hasta pronto, sabían que ese encuentro se repetiría, sabían que algún día podrían estar juntos para siempre como lo deseaban. Pero ahora había que decirse adiós, las lagrimas corrían por la mejilla de ella y él con los ojos húmedos reflejaba cuanto le costaba separarse de ella. Un beso profundo cálido y con ese sentimiento que solo siente la gente que se ama se dijeron adiós.
Mientras ella subía al tren que la llevaría a su realidad, a su vida cotidiana, a sus obligaciones y deberes de mujer casada, él la miraba con devoción, con ese amor que solo él podía sentir por ella.
El tren empezó a circular y en el se iba el amor de su vida, la mujer la cual amaba.
Ella con lagrimas en los ojos siguió con la mirada a aquel hombre que se quedaba en él anden, aquel hombre que por un día la había hecho sentirse mujer, la había hecho sentirse querida y deseada.
Ya sentada en el tren con la mirada perdida continuo su viaje con la esperanza de volver a verle...

Cynthia Gallardo
Derechos Reservados
Noviembre-2006
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