Un año completamente lleno de experiencias, y aquí está otra vez la navidad.
De nuevo la ilusión vuelve a iluminar las calles de ternura y alegría, donde hay quien tiene prisa y quien se detiene a alzar la cabeza al árbol más alto de su pueblo, con una sonrisa inocente y el aliento helado al espirar.
Ya comienzan los planes por nochebuena, navidad, fin de año y las marchas intercaladas en el local al que no se ha tenido tiempo u oportunidad de visitar, una vez más. Y todo está bien, lleno de paz, hasta el momento en el que regresas. Se desmorona el ánimo justamente en el preludio de las vacaciones y se siente más frío este invierno. No hay bufanda que abrigue lo suficiente, no hay medicina que cure el malestar del cuerpo y el pecho encogido.
Pero bastó encontrarse delante del árbol, que al decorarlo, con una mano se sostiene una tierna estrella brillante, y en la otra pañuelos para ese lloriqueo al que se le suma los recuerdos de años anteriores, tan felices...
Sí, llegó por fín el frío al cuerpo, helando estas manos, y no consiguen escribir versos para estas fiestas, impotente que sólo me queda pensarte. Aguantaré los pocos días que duras acaparando mi atención, y luego volveré a sonreir. Diré que fue una leve recaída al desempolvar los adornos navideños, causantes de largos lagrimeos y paquetes de pañuelos, pero sabes, sólo tu sabes que volveré a recordarte el próximo año, un año tan sólo.
Tal vez no lo has pensado, pero compartes muchas similitudes con el amor.
A ambos puedo tratar de remediarlos, y sin embargo, siempre podeis debilitarme, y matarme en el peor de los casos.
La diferencia está en el porcentaje de encontrar una cura para el amor y para ti, querida gripe.
(Hace tiempo que no escribo, hace un año y poco más que no posteo, pero no encontraba la inspiración...)
