<TABLE BORDER=1 CELLSPACING="5" CELLPADDING="10" background="http://i47.photobucket.com/albums/f152/ ... illa1c.jpg" WIDTH="95%"><TR><TD BACKGROUND="http://i47.photobucket.com/albums/f152/ ... g"><center>

ASI MUERE LA PATRIA

Absorto en la nada, se ven transcurrir los días, aunque todo es oscuridad, no se mueve ni una delgada hoja colocada en el suelo y el viento es un simple murmullo al oído. Los pies gastados, ulceradas las plantas, sangrantes los dedos ante el desierto de cadáveres.
- Mire doctor, allá se mueve uno. Grita un muchacho desaforado al encontrar un aliento de vida ante tanta muerte.
El médico, inmutable, casi con incredulidad se acerca al cuerpo señalado, y saca del bolsillo de su saco un pequeño cono y con un pañuelo lo coloca en el pecho del moribundo.
- ¡Está vivo, alguien que lo cargue! Tengan cuidado que tiene una herida en la pierna derecha está sangrando aun. Exclama mientras hace un torniquete en la raíz del muslo.
Apenas siete soldados el día de hoy, los demás yacen tirados en el suelo cual alfombra de rojo, amarillo y azul.
Transcurre el año 1812, hace unos días, el 26 de Marzo, un terremoto destruyó prácticamente a Caracas, La Guaira, Mérida, San Felipe, Valencia, Barquisimeto y La Victoria, y ahora todos tienen miedo, la moral del ejército está destruída y la mayoría de los patriotas están abandonando sus filas. El Arzobispo Narciso Coll y Prat es expulsado de la capital porque gritaba a todo pulmón que era un castigo divino porque la infiel y pecaminosa Caracas se había puesto de espaldas al Rey de España entronizado por Dios y la Divina Providencia.
El Médico se encontraba en Barquisimeto cuando ocurrió la tragedia, alli desenterró de los escombros miles de cadáveres, muchos murieron en sus brazos y otros cientos se salvaron milagrosamente con sus carnes desgarradas y con su espíritu perdido y los menos deambulaban como almas en pena sobre los pedazos de piedra de sus casas destruidas. Tuvo que huir porque Monteverde con su horda sanguinaria entró en la ciudad el 7 de abril bajo los vítores de los clérigos aprovechando que no tendría resistencia.
Al pasar por San Felipe, su alma se estremeció al verla completamente en ruinas. Alli fue reclutado por el Mayor Miguel Carabaño para el ejercito republicano.
Monteverde había aumentado sus tropas con la deserciones en bandadas que sufren las filas patriotas.
Se encontraba en San Carlos, el 25 de abril cuando Monteverde arremete contra las fuerzas de Jalón y Uztariz, la lucha era pareja hasta que el escuadrón del Pao que debía a apoyar a los patriotas se pasó integramente a las fuerzas realistas.
Uno y otro soldado muerto, muy pocos sobrevivientes, la mayoría amputados en sus brazos y piernas que seguramente morirán luego.
Uno de los pocos sobrevivientes fue ese avistado por el muchacho que lo ha acompañado siempre y que es como un sabueso para identificar sobrevivientes junto a los cadáveres.
Vicente, el muerto vivo, era un humilde soldado que se hizo el muerto cuando vio caer uno a uno a sus compañeros de fila hasta que es descubierto por el médico y su lazarillo.
- Doctor ahora que estoy curado, ¿puedo acompañarlo en su trabajo?
- No creas que es fácil Vicente, debes ver mucho muerto, sangre y cuerpos descompuestos.
- Luego de San Carlos no creo que pueda ver más sangre, muertos y cuerpos descompuestos juntos en mi vida señor.
En Puerto Cabello, aún convalesciente, Vicente había conocido a una linda joven valenciana a quien sabía que no le era indiferente.
Ella una menuda morena de ojos marrones, no ocultaba en sus formas sus genes africanos, duras carnes y ondulantes caderas. Vicente la miraba desde lejos con mirada ardiente y el deseo reprimido del soldado quien no había visto mujer en mucho tiempo.
Los rumores corrían como pólvora, por todo el fuerte.
- Se acerca Monteverde.
- Monteverde gana en Cerro Grande y La Victoria.
- Monteverde pierde en Pantanero.
- Está atrincherado en San Mateo.
Desde el 23 de Abril queda ungido Miranda con el título de Generalisimo, el cual le pareció más adecuado que el de Dictador, suspende la constitución que apenas tiene 3 meses de promulgada y nombra al Coronel Simón Bolívar para defender la plaza de Puerto Cabello.
Vicente observa a Bolívar desde lejos y en voz baja se pregunta:
- ¿Cómo podrá ese enano y mantuanito del cara-jo defender a Puerto Cabello, donde se encuentra el mayor arsenal de los patriotas y es el sitio para atacar por la retaguardia a los de Monteverde si caen sobre Caracas?
Un día se lo comenta al comenta al médico quien le dice.
- Respete muchachito, que ese será un gran hombre.
Bolívar se la pasaba acicalándose, caminando inquieto de un lado a otro, peinando su abundante cabellera rizada, desvirgando cuanta muchachita le llevaban sus subalternos o sus propias madres para servir a la causa patriota. Ningún talante de militar le encontraba Vicente a su superior. Admiraba por contrario al doctor, alto, de finos modales, criollo, de pelo oscuro, liso y tez clara.
Es 29 de junio, siguen los rumores, el nerviosismo se apodera de los del fuerte, Vicente sale clandestino de las murallas y se encuentra en el pueblo con su enamorada, de quien sólo sabía que se llamaba Carmela, escondidos entre los matorrales le roba un beso y ella responde con otro más ardiente y apasionado, mientras el instinto los consume entre caricias, gemidos, ternuras, humedades, sudores, durezas, pétalos de rosas, gotas de almíbar y vaivenes sobre la verde hierba de junio, hasta que con el mismo beso de bienvenida se despiden con sigilo. Vicente entra silenciosamente al fuerte y Carmela se pierde en las veredas del pueblo lentamente.
Son las tres de la tarde del 30, una bandera roja, enarbolada proclamando a Fernando VII se ve a lo lejos en el Castillo de Puerto Cabello, señal que el traidor Francisco Fernández Vintoni coloca para que Monteverde comience a cañonearlo.
Abandona Bolívar el fuerte con cerca de cien hombres y comienza a dar combate en el interior del pueblo, son tres días de intensa batalla con gran número de muertos y pérdidas de la población civil, Vicente que había salido en busca de su amada cae víctima del tiroteo cruzado cuando una bala le atravesó el muslo derecho en la misma zona donde el doctor le había colocado un torniquete en la batalla de San Carlos dos meses antes, lesionándole la arteria femoral y muriendo por la hemorragia.
El médico aùn en el fuerte comenta en voz baja:
- Razón tenía Vicentico, este pende-jo, en vez de luchar desde el castillo se le ocurre la genial idea de salir de él, abandonando los pertrechos y municiones para que el enemigo lo tome, le faltaron bolas para explotarlo en mil pedazos, ahora si que la puso, se perdió la república.
Salió el médico y se confunde con los civiles de Puerto Cabello, en su caminar se encuentra con el cadáver de Vicente en un mar de sangre, y una lágima resbala por sus mejillas, el que ha visto tanta sangre, cadáveres y cuerpos descompuestos, se conmueve ante uno que se supo ganar su cariño.
- ¡Así se muere la patria! Pensó el galeno.
Se embarca Bolívar en el bergantín Celoso hasta La Guaira y luego notifica a Miranda la pérdida de Puerto Cabello, Miranda entra en cólera.
- Debió defender el castillo hasta morir Coronel, es usted un cobarde.
Bolívar indignado baja la cabeza. El 25 de julio de 1812, ante las circunstancias el Generalísimo firma con Monteverde un tratado de capitulación.
En la madrugada del 31 de Julio, durmiendo se encuentra Miranda en una casa de La Guaira, esperando para salir para Cartagena donde piensa organizar un ejército para libertar definitivamente a Venezuela.
El Coronel Bolívar al frente de unos encolerizados patriotas hacen preso a Miranda, al darse cuenta de sus objetivos Miranda grita en su español afrancesado:
- "Bochinche, Bochinche, esta gente no es capaz sino de bochinche.
Es 26 de Marzo de 1813, en Valencia se escuchan rumores que Bolívar viniendo desde Colombia entró a Trujillo donde proclamó "El Decreto de Guerra a Muerte". Hace apenas un año el terremoto lo destruyó todo y ahora hay más muerte y pena. Una señora morena entra a una casa de hermoso solar y solicita al médico, y este acude a su llamado, en su compañía, y caminar lento llega hasta una humilde casa de bahareque y paja, donde una joven está presta a parir. Un último pujido, un recién nacido.
- Es un varón, joven señora, ¿Qué nombre le ponemos?
- Vicente, mi doctor, para servirle a Dios, la patria y a su merced.

GUEPARDO
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