
<center> ¡DARDO MORTAL!
<center> El río grácil de sus venas,
quedó exánime aquella noche,
en que apenas eclosionaba
el capullo virginal de su corazón.
Autócrata la mano experta,
deslizó en la oscuridad
el dardo mortal de la atropina,
rodando inerte
ante su inexorable destino.
El basto océano de prometedoras ilusiones,
insuficiente fué para salvar
la real ofrenda soñada,
la huella sublime del pundonor,
pues el pulmón de su razón
herido de muerte exhaló
aullidos opresores de asfixia...
- ¿Por qué me haces ésto? -
callando purulento el eco,
para siempre de su voz.
¡Qué ironía!... craso error,
porque sin velo en su frente,
sin manos y sin sangre,
sin cetro ni corona,
ni poder ni gloria
sin aureola, ni destino,
ella sabe que por siempre...
¡¡ S A L V E !!
¡Seguirá escribiendo!
<center>

<center> Doral.
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